Trump cerró trato con Japón y bajan los aranceles: alivio para los autos y presión para el resto

El acuerdo comercial con Tokio reduce fuertemente los impuestos a las importaciones de autos y genera un respiro para los mercados.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 8 horas

 

Estados Unidos y Japón cerraron un acuerdo que baja del 27,5% al 15% los aranceles para la importación de autos japoneses, un gesto que fue recibido con alivio por los mercados y que refuerza el poder de negociación de Donald Trump. Además, otros productos nipones que estaban por quedar alcanzados por subas de impuestos desde el 1° de agosto también tendrán una baja: del 25% al 15%.

 

El pacto con Tokio es el más relevante que consiguió Trump hasta ahora y viene con letra chica: inversiones y préstamos directos desde Japón hacia suelo estadounidense. En la práctica, es un mensaje directo para la Unión Europea y China, que están con la soga al cuello con plazos que vencen en las próximas semanas y sin acuerdos a la vista.

 

Los economistas señalan que, aunque el 15% no es una ganga, es un número con el que se puede vivir. Lo que más complicaba a las empresas era la incertidumbre, que volvía imposible planificar inversiones o cerrar negocios. “El mundo puede bancarse aranceles del 15% más o menos”, sintetizó Mohit Kumar, de Jefferies.

 

La reacción de los mercados fue inmediata: el Nikkei japonés subió 3,5% y las automotrices europeas también celebraron. Volvo trepó más de un 10%, y BMW, Mercedes, Porsche y Volkswagen se movieron entre un 4% y un 7% al alza. La razón: crecen las chances de que se cierren acuerdos viables y se evite una guerra comercial a gran escala.

Los analistas marcan que este pacto fija un nuevo “piso” para los aranceles globales: entre el 10% y el 15% para las economías grandes, y algo más arriba para las más chicas. La Unión Europea, por caso, todavía negocia a contrarreloj mientras Trump amenaza con meterles un arancel del 30% si no cierran antes de agosto. Y en Bruselas ya dan por hecho que van a tener que ceder más de lo previsto.

 

Del lado chino, el panorama es aún más difícil. El 12 de agosto vence el plazo y, si no hay acuerdo o extensión, los aranceles podrían volver a niveles altísimos: 145% desde EE.UU. y 125% desde Pekín. En ese contexto, el acuerdo con Japón funciona como una presión indirecta para que los demás exportadores asiáticos se apuren a firmar.

 

Desde ING apuntaron que ya hubo avances con países como Filipinas e Indonesia, y se espera que en los próximos días se sellen más acuerdos. Trump está usando el calendario como táctica: imponer fechas límite para forzar negociaciones rápidas y cerrar tratos que muestren fuerza en plena campaña electoral.

 

El acuerdo con Tokio también generó cierto alivio en las expectativas de inflación a largo plazo en Estados Unidos. Los analistas creen que eso podría abrirle la puerta a la Reserva Federal para pensar en una baja de tasas hacia fin de año, aunque nadie espera que se muevan en la reunión de la semana que viene.

 

Mientras tanto, las tensiones siguen latentes. Lo que se juega ahora no es solo el flujo del comercio global, sino también quién escribe las reglas del juego en esta nueva etapa de proteccionismo medido. Trump marca la cancha con presión, plazos y acuerdos parciales. Y el resto del mundo, por ahora, responde más con pragmatismo que con pelea.
 

 

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