El Gobierno juega fuerte para frenar al dólar antes de las elecciones en Buenos Aires
Con suba de encajes, tasas altísimas y ventas en futuros, la Casa Rosada busca congelar el tipo de cambio y evitar un cimbronazo en plena campaña.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
A días del primer test electoral en la provincia de Buenos Aires, el equipo económico desplegó toda su artillería para que el dólar no se mueva. Desde este lunes entra en vigencia la suba de encajes al 53,5% para los bancos, una jugada que apunta a secar la plaza de pesos y así desinflar la demanda de billetes verdes. La idea es clara: mantener la calma cambiaria, hasta que pase la elección.
En agosto, con controles más duros a los bancos, intervención en los futuros y un salto en las tasas, el Gobierno logró que el dólar mayorista bajara 2,2%. Pero en la calle la tensión no cede: el viernes pasado el billete trepó en los bancos y cerró a $1.360, todavía lejos del techo oficial, pero mostrando que la pax cambiaria pende de un hilo.
El ruido político tampoco ayuda. El escándalo de la ANDIS encendió alarmas y volvió a empujar el riesgo país arriba de los 800 puntos, un número que refleja la desconfianza de los mercados. Con ese telón de fondo, analistas coinciden en que el resultado bonaerense será clave: si al Gobierno le va bien, puede ganar aire; si no, el dólar puede volver a calentar motores.
Lo que se ve, en definitiva, es un esquema cada vez más caro de sostener. Las tasas reales altísimas enfrían la economía y las apuestas en futuros ya superan niveles de 2023, cuando el mercado se movía con la misma lógica de incertidumbre preelectoral. El Banco Central, dicen en la City, tendría una posición vendedora cercana a los US$ 6.000 millones, un número que muestra la magnitud del esfuerzo oficial.
El Gobierno, mientras tanto, mira el calendario y aprieta los dientes: lo importante es llegar sin sobresaltos hasta el domingo. Después, según cómo se mueva el tablero político, se verá si el esquema aguanta o si habrá que recalibrar todo.
Lo cierto es que la apuesta de Caputo y compañía es un clásico de la política argentina: controlar al dólar a cualquier precio en tiempos de urnas. La pregunta que queda flotando es si el costo de esa estrategia —en reservas, tasas y crecimiento— no terminará siendo demasiado alto cuando la campaña quede atrás.
¿Y qué pasa después de las elecciones? Ese es el gran interrogante que sobrevuela tanto en el mercado como en los hogares. Porque, más allá de los tecnicismos, la gente de a pie ya sabe que si el dólar se mueve, tarde o temprano se siente en la góndola. Por eso, todos miran el domingo con la misma expectativa: que no se desate otra tormenta justo cuando más frágil está la economía.