Trump redobla la apuesta: sube los aranceles al acero y el aluminio al 50% 

En un acto lleno de pancartas que decían "Acero estadounidense" y con obreros ovacionando cada frase, Trump prometió defender con uñas y dientes la producción local. 

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Lunes 02 de junio del 2025 a las 1:43 pm

 

Durante una visita con tintes de campaña a la planta Mon Valley Works de U.S. Steel, en Pensilvania, Donald Trump tiró una bomba económica: va a duplicar los aranceles a la importación de acero y aluminio, que pasarán del 25% actual al 50%. La medida, según explicó el expresidente y actual candidato, entra en vigencia el miércoles 4 de junio y busca frenar lo que considera una amenaza para la industria estadounidense: la posible venta de U.S. Steel a la japonesa Nippon Steel.

 

En un acto lleno de pancartas que decían "Acero estadounidense" y con obreros ovacionando cada frase, Trump prometió defender con uñas y dientes la producción local. “Nadie va a robarles su industria”, dijo. Como frutilla del postre, anunció un bono de 5 mil dólares para cada trabajador. También se despachó con una promesa ambiciosa: una nueva “Edad de Oro” para la industria pesada de EE.UU.

 

El trasfondo político no es menor. Nippon Steel está negociando la compra de U.S. Steel por 14 mil millones de dólares, pero el sindicato United Steelworkers ya avisó que se opone con todo. Denuncian que el grupo japonés tiene antecedentes de violaciones a normas comerciales y temen que el empleo local quede en la cuerda floja. “Permitir esta operación será un desastre”, dijeron sin medias tintas.

Trump, por su parte, dijo que ve esta fusión como una “alianza”, aunque su partido ya había sugerido vetar el acuerdo. Ahora se está cocinando una propuesta de “acción de oro” —un mecanismo que le daría al gobierno poder de veto sobre decisiones clave de la empresa—, pero por ahora no hay detalles concretos. Lo que sí se sabe es que parte de la inversión japonesa, unos 2.200 millones, iría a ampliar la planta de Pensilvania, y otros 7.000 millones servirían para modernizar instalaciones en varios estados, desde Indiana hasta Arkansas.

 

Los efectos económicos no tardarían en sentirse. Desde que se aplicaron los aranceles del 25% en marzo, el precio del acero ya subió un 16%. Ahora, con este nuevo golpe, se espera que los costos suban aún más en sectores como la construcción, la industria automotriz y todo lo que dependa del metal. Muchos economistas alertan que esto podría beneficiar a empresas ineficientes y encarecer productos básicos, afectando a toda la cadena productiva.

 

Desde Europa no tardaron en reaccionar. La Comisión Europea expresó “profunda preocupación” por esta jugada proteccionista y ya amenaza con reactivar represalias arancelarias que estaban en stand-by. Si no se llega a un acuerdo, esas medidas se pondrían en marcha el 14 de julio.

 

Trump justificó la suba con el viejo argumento de la “seguridad nacional”, el mismo que en su momento usó Joe Biden para trabar la venta de U.S. Steel. El senador republicano de Pensilvania, David McCormick, aseguró que el nuevo esquema societario permitirá mantener el control en manos estadounidenses gracias a la “acción de oro” y un directorio mayoritariamente nacional.

 

En el fondo, lo que se está jugando es mucho más que una operación empresarial: es una pulseada geopolítica con impacto directo en la minería, el acero y el empleo en Estados Unidos. Y Trump, fiel a su estilo, la convirtió en un acto político con promesas, patriotismo y campaña.

 

Tras esta noticia, el Dow Jones y S&P500 cotizaban a la baja en torno al 0,8%, en tanto que el NASDAQ lo hacia levemente al alza un 0,22%.

 

 

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