Trump amenaza con aranceles al petróleo ruso, pero pocos le creen que vaya en serio

El presidente de EE.UU. amagó con aplicar tarifas del 100% a países que compren crudo ruso, pero los analistas dudan que lo concrete por el riesgo de disparar los precios y afectar su propia economía.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 19 horas

 

Donald Trump volvió a tensar la cuerda con una amenaza que, por ahora, parece más ruido que nueces: dijo que aplicará aranceles secundarios del 100% a los países que sigan comprando petróleo ruso si Moscú no acuerda un alto el fuego con Ucrania en 50 días. El plazo se cumple a principios de septiembre, pero en el mundo energético no son muchos los que se lo toman en serio.

 

Y no es la primera vez que lanza una advertencia de este tipo: en marzo ya había prometido sanciones duras contra los compradores de crudo venezolano, pero hasta ahora no hubo ninguna medida concreta. Mientras tanto, Venezuela siguió exportando y China siguió comprando, con jugadas como rebautizar petróleo como si fuera brasileño para esquivar el radar norteamericano.

 

Para muchos analistas, Trump no va a mover esa ficha porque sería pegarse un tiro en el pie: sacar del mercado millones de barriles rusos haría subir el precio del petróleo en plena campaña electoral, con los consumidores norteamericanos sufriendo en el surtidor. Y eso, en términos políticos, es dinamita pura.

Además, el propio Trump dejó entrever su preocupación por los precios del crudo. Días después de lanzar la amenaza, celebró que el barril estuviera en torno a los USD 64 y dijo que su gobierno trabajaba para bajarlo un poco más. Desde entonces, el mercado hizo oídos sordos al amague y los precios se mantuvieron estables.

 

India, otro gran comprador de petróleo ruso, tampoco cambió sus planes. Las refinerías siguen operando normalmente, y el ministro de Energía incluso señaló que confían en tener otras fuentes si llegara a haber un corte. Nadie se está preparando, por ahora, para un giro brusco.

 

Incluso dentro de Estados Unidos, el margen de acción parece acotado. En el Congreso hay apoyo para avanzar con sanciones más duras a Rusia, pero los republicanos están esperando la venia de Trump. Y aunque se vote una ley, todo indica que le daría al presidente la posibilidad de no aplicar los aranceles si así lo decide. Más show que impacto real.

 

En definitiva, todo apunta a una amenaza con más peso en el discurso que en los hechos. Trump juega fuerte en el plano simbólico, pero en la práctica hay demasiados riesgos económicos y poco entusiasmo global para acompañarlo en una medida que podría desestabilizar el mercado energético mundial.

 

Mientras tanto, las sanciones concretas a Rusia siguen siendo limitadas y más enfocadas en otros rubros, como el cibernético o el financiero. 

 

¿Quiere recibir notificaciones de alertas?