Juicio por YPF: Apelación clave y riesgo de desacato para Argentina
La jueza Preska rechazó el pedido argentino para suspender la entrega de acciones a Burford Capital. El juicio, que lleva 10 años, enfrenta nuevas audiencias con decisiones que podrían afectar la estrategia y finanzas del país.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El conflicto por la expropiación de YPF está llegando a un punto de ebullición. El juicio, que ya lleva más de diez años dando vueltas en los tribunales del sur de Manhattan, entró en una fase decisiva esta semana. Argentina, condenada a pagar 16.000 millones de dólares, sigue apelando el fallo, pero la jueza Loretta Preska no da el brazo a torcer y volvió a rechazar un pedido clave del Gobierno: frenar la entrega del 51% de las acciones de la petrolera.
El pedido fue presentado por los abogados del Estado para evitar que Burford Capital –el fondo buitre que compró los derechos de litigio tras la expropiación– se quede con ese paquete accionario. Diez días atrás, Preska ya había habilitado el traspaso, y ahora dijo que no hay razones para suspenderlo. Así que la pelea se traslada ahora a la Cámara de Apelaciones del Segundo Circuito, donde Argentina apuesta a ganar algo de aire.
Este martes hubo más movimiento en los pasillos judiciales. A la mañana se discutió un planteo de Burford para que la justicia declare que YPF y el Estado argentino son básicamente lo mismo –o sea, “alter ego”–, lo que abriría la puerta a embargar activos de la petrolera. A la tarde siguieron las audiencias sobre detalles técnicos de la entrega de acciones.
Sebastián Maril, uno de los que más sigue este juicio, lo puso claro: “Argentina se va a presentar en la corte un día después de que Preska le avisó que no le va a dar más favores porque no supo aprovechar los anteriores. No va a ser lindo”. El plazo para entregar las acciones vence este jueves 17, aunque la jueza lo estiró un poco para esperar lo que diga la Cámara.
En paralelo, Argentina trata de armar una defensa más amplia, buscando que otros países se metan como amigos del tribunal (los famosos "amicus curiae"). Están en conversaciones con Uruguay, Paraguay, El Salvador, Italia, Francia y Alemania, y la Cancillería apuesta fuerte a que Estados Unidos también se sume, aunque el gobierno de Joe Biden ya había intentado ayudar el año pasado sin éxito.
Preska, que no se guarda nada y parece tener un encono sin límites contra la Argentina, criticó duramente al país por intentar gambetear el fallo, y dejó en claro que lo vienen haciendo desde hace años, sin importar quién esté en el poder. “Dicen que se van a dañar si tienen que entregar las acciones, pero el daño se lo buscan solos”, escribió en una de sus últimas resoluciones.
A todo esto, el corazón del caso –la apelación de fondo sobre si Argentina debe o no pagar los US$ 16.000 millones– sigue sin resolverse. Pero mientras tanto, cada decisión de Preska puede ir metiendo al país más hondo en el barro. Y con cada día que pasa, el margen para zafar se achica.
En el Gobierno aseguran que van a agotar todas las instancias, incluso si tienen que llegar a la Corte Suprema de EE.UU., pero en el mientras tanto, la pulseada en Nueva York tiene consecuencias bien concretas: más trabas para negociar deuda, menos chances de inversiones serias y una imagen internacional que no para de deteriorarse.
En Wall Street ya miran este caso como un test sobre la seriedad institucional de Argentina. Si el país decide desobedecer a la Justicia yanqui, puede quedar marcado como un jugador poco confiable por muchos años. Y eso, más allá del juicio, puede salir carísimo.