Por qué el oro se parece más a los inmuebles que al petróleo
De las cerca de 220.000 toneladas métricas extraídas en la historia, casi todo permanece en circulación, ya sea en reservas de bancos centrales, bóvedas privadas o en joyería.
Por Gonzalo Andrés Castillo
Redactor especialista en finanzas y mercado de capitales
Aunque suele clasificarse como una materia prima, el oro se comporta de manera muy distinta a las convencionales como el petróleo o el gas. Según un análisis reciente de Goldman Sachs, su dinámica de precios se asemeja más al mercado inmobiliario de lujo en Manhattan que al de la energía.
La razón principal radica en su naturaleza: el oro no se consume, se acumula. De las cerca de 220.000 toneladas métricas extraídas en la historia, casi todo permanece en circulación, ya sea en reservas de bancos centrales, bóvedas privadas o en joyería. Además, la producción anual apenas suma un 1% adicional a ese total, lo que limita el impacto de la oferta nueva sobre los precios.
"Mientras que el petróleo se bombea y se quema, el oro simplemente cambia de manos", explicaron los analistas del banco de inversión. Su valor depende menos de la relación entre oferta y demanda de consumo, y más de quién está dispuesto a mantenerlo y quién prefiere venderlo.
En este sentido, Goldman Sachs identifica dos tipos de compradores. Por un lado, los "compradores por convicción", como bancos centrales, fondos cotizados y especuladores de largo plazo, que adquieren oro sin importar el nivel de precios. Por otro, los "compradores oportunistas", como los hogares en mercados emergentes (particularmente en India y China), que participan solo cuando encuentran un precio atractivo. Estos últimos funcionan como un piso durante las caídas, pero son los primeros quienes marcan la dirección de las cotizaciones.
En comparación, en Manhattan, la oferta de departamentos es casi fija y las pocas construcciones nuevas no determinan el valor. Lo que importa es la identidad del comprador marginal, es decir, los residentes con grandes recursos que pagarán cualquier cifra para vivir ahí frente a quienes buscan precio y, de no hallarlo, optan por Brooklyn o Nueva Jersey.
De la misma forma que en el mercado inmobiliario, en el oro los precios se mueven no por la cantidad de "nuevos metros cuadrados", sino por quién toma posesión de las "llaves".
Goldman Sachs estima que los flujos de convicción explican cerca del 70% de la variación mensual en las cotizaciones del metal. Como regla general, cada 100 toneladas adquiridas por este grupo, se genera un aumento aproximado del 1,7% en los precios.
El análisis se da en un año particularmente agitado para el oro. Las tensiones comerciales y las dudas sobre la independencia de la Reserva Federal llevaron su cotización a máximos históricos de más de USD 3.500 la onza en abril, tras anuncios de nuevos aranceles por parte del presidente Donald Trump. Y actualmente, se negocia en torno a los USD 3.330, tras un crecimiento del 27% en lo que va del año.