¿Hacia un nuevo paradigma?
Por Lautaro Ravale
Asesor Financiero en Bull Market Securities
Durante el ultimo año (desde fines de marzo 2020 al momento), muchos activos que forman parte del mercado financiero han otorgado rendimientos por encima del promedio histórico. Esto ha provocado un aumento significativo de la especulación por parte de muchos inversores (con los altos riesgo que esto implica), como así también importantes ganancias en términos relativos. En parte por esta razón, algunos inversionistas en la actualidad tienden a exigir grandes retornos en períodos de tiempo acotados, lo cual puede llevarlos a asumir riesgos no del todo comprendidos. Además, el corto plazo, según lo indica la historia, suele presentar una volatilidad mucho mayor y las pérdidas pueden ser más profundas también en comparación con períodos de tenencia más prolongados. Es por esto que resulta importante recapacitar sobre el horizonte temporal de cada inversión y los riesgos asociados a cada elección. En un mundo donde cada vez más predomina la ansiedad, cabe mencionar que es posible también obtener rendimientos atractivos invirtiendo en compañías que tienen la capacidad de crear valor en el largo plazo. Para cumplir dicho objetivo, no sólo debiera ser necesario dejar un poco de lado las operaciones enfocadas en el corto plazo, sino también un cambio de visión o paradigma debiera ser considerado.
Los modelos de inversión actuales suelen enfocarse principalmente en la relación más famosa de todas dentro del mundo financiero: riesgo-beneficio o riesgo y retorno esperado. Uno de los más utilizados es sin dudas la Hipótesis de Mercado Eficiente, la cual asume que toda la información relevante de una compañía está incorporada en el precio de su acción. A su vez, presupone que todos los inversores se comportan de manera racional, lo cual estudios anteriores ya han demostrado que esto no siempre es completamente cierto. Sumado a esto, la evidencia demuestra que los mercados no siempre son eficientes y que, las cada vez más mencionadas variables sustentables (relacionadas con el cambio climático y el medio ambiente) no estarían significativamente incorporadas en precios y, por ende, algunos activos podrían estar sobre o sub-valuados de acuerdo al caso y por lo tanto los precios deberían ser analizados con mayor cautela. Por otro lado, la también conocida Teoría del Portafolio Moderno o Teoría de Markowitz asume que, de acuerdo al nivel de riesgo de un activo, el retorno esperado puede ser maximizado. Sin embargo, el principal limitante que acarrea dicho modelo es que el concepto de riesgo es puramente interpretado en términos financieros y en indicadores basados en información pasada. En síntesis, la teoría en cuestión no contempla riesgos futuros ni tampoco aquellos asociados con la contaminación y el medioambiente.
Algunas semanas atrás, incorporamos el concepto de los ratings ESG, los cuales tienen como principal finalidad servir de complemento a los modelos exclusivamente basados en variables financieras. Sin embargo, los mismos poseen algunas limitaciones como hemos adelantado, como por ejemplo el hecho de que una compañía puede tener una valoración general elevada (lo cual sería positivo en términos de atraer inversores) a pesar de una de sus variables estar comprometidas por el simple hecho de que las demás ayudan a elevar el promedio total del rating ESG de la empresa. Además, los ratings normalmente se basan en información sustentable reportada por las organizaciones (es decir, el solo hecho de reportar incrementa la valoración ESG de la compañía). Sumado a esto, los puntajes se basan principalmente en las operaciones de la organización sin considerar a las empresas como parte de la economía en general, sino como parte de un sector específico, llevando así a una empresa petrolera a ser “líder” de su sector en lo que a los ratings ESG respecta. Por estos motivos y otros más, siempre y cuando los ratings ESG sean considerados como un suplemento a la hora de toma de decisiones y no integrados como parte igual de importante en los modelos financieros, su utilidad será más bien limitada, logrando tal vez reducir exposición a empresas e industrias altamente comprometidas con las variables sustentables, pero no aprovechando al máximo oportunidades de inversión en negocios sustentables con grandes perspectivas.
En síntesis, podrían alcanzarse rendimientos a largo plazo migrando hacia un nuevo paradigma conductual. Sin embargo, esto se presenta como un desafío ya que únicamente podría funcionar bajo una estrategia de gestión activa de carteras en la cual la evaluación ESG de las organizaciones con fines de lucro sea clave para analizar el grado de preparación hacia una economía sustentable. De llevarse a cabo, el análisis cuantitativo por si solo no bastará. Un rol aún más profundo deberían ocupar la experiencia y el conocimiento de profesionales, como así también el uso de herramientas e información más sofisticada. Además, llevar un análisis a un nivel tan profundo sólo será ejecutable por departamentos con la suficiente estructura y presupuesto, de lo contrario la gran cantidad de empresas cotizantes no podrán ser analizadas con el debido cuidado y atención.
*Disclaimer legal: Tenga en cuenta que existen riesgos asociados con la inversión en valores, incluida la posible pérdida de capital, de conformidad con la Norma FINRA 2210 (d)(1)(A). Este artículo no debe considerarse una solicitud o recomendación de compra. El material ha sido preparado únicamente con fines informativos.