Invertir los dólares del colchón: opciones reales en un mercado que se reactiva

¿Dónde colocamos esos dólares ahorrados? La respuesta no es única, pero sí requiere un análisis serio de opciones. Todo lo que tenés que saber en la nota.

Por Viviana Yacoub

Arquitecta. Martillera

 

Guardamos dólares durante años. Fue nuestra forma de defendernos de la incertidumbre, de la inflación, del corto plazo. Pero ahora, con un mercado inmobiliario que empieza a dar señales concretas de recuperación y cierta previsibilidad macroeconómica, la pregunta vuelve a estar sobre la mesa: ¿Dónde colocamos esos dólares ahorrados?.

 

La respuesta no es única, pero sí requiere un análisis serio de opciones. Hoy, quienes tienen liquidez en billete tienen una ventaja comparativa. El dólar se estabilizó, la brecha casi desapareció y el contexto cambiario no presenta riesgos inminentes. Y aunque muchos pensaron que la eliminación parcial del cepo sería el gran disparador, la realidad es más compleja: el impacto más importante no fue el acceso a dólares —porque alternativas siempre hubo— sino el giro en el sistema financiero y fiscal.

 

Concretamente, los bancos —que siguen operando como empresas— aún enfrentan límites para expandir el crédito con libertad. Pero lo que sí cambió es la doctrina fiscal: el ARCA pasó de considerar sospechoso a todo comprador de inmuebles a partir de cierto monto, a entender que todos somos inocentes salvo que se demuestre lo contrario. Ese cambio de actitud facilita el blanqueo, mejora el flujo formal y genera un entorno más respirable para invertir. Ahora bien, vayamos a las opciones.

 

Pozo, estreno y crédito: tres caminos con lógica distinta


Para quienes piensan en rentabilidad a mediano plazo, el departamento en pozo sigue siendo una herramienta muy eficiente: su precio es más bajo, permite pagar en cuotas, y se valoriza a medida que avanza la obra. Además, las cuotas suelen ser notablemente más accesibles que las de un crédito hipotecario. Solo un punto importante: no se puede comparar un pozo con un usado de 15 años. El paralelo justo es con una unidad a estrenar, porque ahí está el verdadero diferencial.

 

Ahora bien, si lo que se busca es renta inmediata, la opción puede ser un departamento nuevo para alquilar. Menos mantenimiento, entrega inmediata y, en muchos casos, con garantías estructurales incluidas por parte de la desarrolladora.

 

Pero el escenario actual también puso otras opciones sobre la mesa. Las cocheras, por ejemplo, ofrecen una rentabilidad del 4% al 6% anual, con costos de mantenimiento mínimos. Son un producto simple, sin grandes complicaciones, aunque con una demanda que se ve limitada en zonas donde ya hay estacionamientos incorporados en los edificios. Los PH, por su parte, vienen ganando atractivo por ofrecer más metros cuadrados a un menor precio por m², especialmente en barrios porteños como Caballito o Villa del Parque. ¿El desafío? Cuestiones legales: títulos sin regularizar, sucesiones sin resolver o reglamentos de copropiedad desactualizados.

 

Y sí, los departamentos usados siguen siendo una opción válida. Tienen buena demanda y se pueden alquilar de inmediato, pero el desgaste de una propiedad de más de 15 años puede convertirse en un problema si no se hace una inspección técnica antes de la compra. Reparaciones, servicios antiguos y costos no previstos pueden afectar la rentabilidad proyectada.

 

Qué dicen los números


La recuperación no es una percepción: está en las estadísticas. En abril, se firmaron 5.471 escrituras en CABA, un 50,5 % más que en el mismo mes de 2024, y un 15,2 % más que en marzo. En mayo, el número llegó a 5.610 escrituras, con un crecimiento interanual del 22 %.

 

El dato más fuerte: en abril, 1.192 operaciones fueron con crédito hipotecario, un 21,8 % del total, y en mayo esa cifra subió a 1.300 operaciones, representando el 23 % del total, con un aumento interanual del +822 %.

 

Este crecimiento muestra que el crédito volvió a ocupar un rol en la dinámica del mercado. Y si a eso se suma una inflación en desaceleración, una brecha cambiaria controlada y un tipo de cambio oficial sin sobresaltos, entonces las condiciones para invertir no solo existen: están alineadas como pocas veces.

 

Elegir bien, mirar el mediano plazo


Eso sí: ningún contexto reemplaza al análisis. Siempre debemos mirar con lupa al desarrollador, al contrato, al precio por metro cuadrado y al tipo de entrega. Si el valor parece demasiado barato, algo no cierra. Como decimos en el sector: si el precio está por debajo del mercado, el negocio sos vos, no el edificio.

 

Mirando hacia adelante, si el clima político se estabiliza tras las elecciones y las tasas de interés bajan, podríamos ver una nueva expansión del crédito hipotecario. Y si eso ocurre en un contexto de poca reposición de unidades nuevas —porque construir sigue siendo caro—, el valor del metro cuadrado solo puede ir en una dirección: hacia arriba.

 

Por eso, más que nunca, el momento de actuar es ahora. No se trata de salir del colchón por impulso, sino de hacerlo con planificación, análisis y visión. Porque en un mercado que se ordena, el ladrillo argentino vuelve a cumplir su papel: refugio de valor y oportunidad real.

 

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