Los bancos lo confirman: en agosto la compra de dólares cayó un 75%
La caída obedece al cierre de la canilla de pesos por parte del BCRA que terminaba generando presión al dólar. Banqueros sostienen que el temor oficial esta sobredimensionado.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El ministro de Economía endureció su postura y, junto al Banco Central, decidió cerrar la canilla de pesos para evitar que la liquidez termine presionando al dólar. Mientras tanto, los bancos señalan que el temor oficial no es para tanto: la demanda de dólares minoristas se desplomó en agosto.
Cuando Luis “Toto” Caputo tiró la frase de que en su plan económico “no puede sobrar ni un peso en la calle”, el mensaje quedó clarísimo en el mundo financiero: la prioridad del Gobierno es impedir que cualquier excedente de liquidez vaya directo a la compra de dólares. Esa obsesión se tradujo en medidas duras, como la suba de encajes bancarios y la obligación a las entidades de absorber bonos del Tesoro que antes no habían querido.
El argumento oficial es que en este contexto electoral no se puede distinguir fácilmente entre la demanda genuina de dinero para la economía real y la búsqueda especulativa para cubrirse de la incertidumbre política. Por eso, cada peso que no se renueva en deuda, se esteriliza. La consecuencia inmediata: tasas de interés prohibitivas y bancos al borde del ahogo financiero en su manejo diario de caja.
Desde el Banco Central, Santiago Bausili acompañó el razonamiento de Caputo: habilitar liquidez sería, según su mirada, una invitación a que la inflación vuelva a acelerarse. Los datos parecen darle algo de sustento: el crédito crece mucho más lento que los depósitos, lo que refleja una falta de dinamismo económico pero, al mismo tiempo, una señal de que los pesos sobrantes podrían irse al dólar si no se los absorbe.
En otras palabras, mientras Caputo insiste en mantener la soga bien ajustada, los bancos dicen que el riesgo está exagerado. Para ellos, el ahogo financiero de las tasas podría haberse evitado si el Gobierno liberaba parte de los $5,8 billones que quedaron afuera en la última licitación de deuda. Pero la orden fue clara: ni un peso más.
Lo cierto es que el Ejecutivo juega todas sus fichas a llegar a octubre con calma cambiaria, aunque eso implique tensar al sistema bancario y frenar la rueda del crédito. La apuesta oficial es que, superada la incertidumbre electoral, se podrá reabrir la canilla de pesos sin que eso dispare una nueva corrida contra el dólar.
Claro que en el mercado no todos comparten ese optimismo. Algunos analistas advierten que, aun si pasa el temblor político, los desequilibrios siguen estando: alta inflación, riesgo país arriba de los 700 puntos y una economía que no logra levantar vuelo. En ese escenario, piensan, el regreso de los pesos podría terminar, tarde o temprano, en más presión sobre el billete verde.
Por ahora, la pulseada sigue abierta: Caputo sostiene que el plan de “sequía monetaria” es la única forma de llegar con aire a las elecciones, mientras que los bancos presionan para que se libere liquidez y se evite el asfixio del sistema. Entre tanto, los ahorristas miran de reojo al dólar, pero sin hacer fila en las casas de cambio. El gran interrogante es si esa calma se mantendrá o si, como tantas veces en la Argentina, todo puede cambiar de un día para el otr