¿Y si la IA no vino a reemplazarnos, sino a hacernos más Humanos?

 La historia nos ha enseñado que cuando una tecnología es tan disruptiva como lo fue Internet, la electricidad o la imprenta, resistirse no evita el cambio; solo nos deja fuera de juego.

Por Agustina Paz

Co-fundadora de NeXthumans

 

Vivimos tiempos vertiginosos. La inteligencia artificial generativa se ha colado en nuestras reuniones, correos, búsquedas y hasta en nuestras relaciones. Muchos lo llaman hype, y sí: lo es. Pero también es mucho más que eso. La historia nos ha enseñado que cuando una tecnología es tan disruptiva como lo fue Internet, la electricidad o la imprenta, resistirse no evita el cambio; solo nos deja fuera de juego.

 

La IA no parece ser una moda. Es una plataforma tecnológica que amplifica las demás tecnologías exponenciales: biotecnología, robótica, nanotecnología, neurociencia, realidad aumentada. Y al mismo tiempo, nos exige algo profundamente humano: sentido, criterio, propósito.

 

La paradoja es potente: cuanto más inteligente se vuelve la tecnología, más necesarios nos volvemos nosotros. Pero no cualquier versión de nosotros. No el profesional que ejecuta en automático. No el que delega el pensamiento crítico. Sino el que sabe navegar la ambigüedad, conectar puntos, liderar con empatía, imaginar futuros posibles y tomar decisiones con impacto.

 

 

Lo que está ocurriendo en muchas organizaciones

En varias empresas líderes del sector tecnológico; especialmente aquellas que proveen servicios globales de consultoría de IT e innovación; ya se están rediseñando internamente los procesos para integrar IA en todas las áreas: desde recursos humanos hasta finanzas, desde diseño de producto hasta ventas. Pero lo interesante (y preocupante) es que los primeros experimentos no siempre salieron como se esperaba.

 

En muchos casos, los equipos que implementaron soluciones basadas en IA sin una estrategia humana en el centro vieron un aumento inicial en productividad, sí. Pero también reportaron desconexión, burnout, pérdida de creatividad... y despidos. Muchos. ¿Algo no está siendo bien integrado?.

 

El entusiasmo tecnológico no puede tapar los efectos secundarios cuando se automatiza sin criterio. Si el foco está solo en la eficiencia, el costo humano termina siendo alto.

 

Más IA no significa necesariamente menos personas. Significa mejores procesos cuando los humanos asumen un rol de liderazgo frente a las herramientas. Cuando hay pensamiento crítico, visión sistémica, y se pone a las personas en el centro de la ecuación.

 

 

¿Qué está pasando en el mundo?

 

  • Según McKinsey (2024), el 70% de las empresas globales ya están experimentando con IA generativa, pero solo el 15% tiene una estrategia clara de implementación con impacto humano sostenible.
  • Un informe del MIT revela que los trabajadores que usan IA para tareas cognitivas complejas pueden mejorar su productividad hasta un 40%, pero solo si tienen entrenamiento para usarla críticamente.
  • LinkedIn reportó en su Future of Work Report (2023) que las habilidades más demandadas ya no son solo técnicas, sino "híbridas": pensamiento crítico, adaptabilidad, creatividad aplicada y comunicación efectiva en entornos mediados por tecnología.

 

Lo que muchos todavía no están viendo:

 

Estamos frente a un punto de inflexión. O usamos la IA para volvernos más relevantes, o nos quedamos mirando cómo otros la usan para rediseñar industrias, liderazgos y modelos de negocio.

 

 

La buena noticia: no hace falta saber programar.

La verdadera ventaja la tendrán quienes sepan hacer las preguntas correctas, entender los sesgos detrás de los modelos, y aplicar la IA de manera ética, creativa y estratégica.

 

La advertencia es clara: si usamos estas herramientas solo para hacer lo mismo más rápido, pero no para pensar mejor, lo único que estaremos acelerando es nuestra irrelevancia profesional.

 

 

¿Y ahora qué hacemos?

Algunas ideas simples pero poderosas para no quedar obsoletos en la era de la IA:

 

1. Entrená tu criterio. No delegues tus decisiones importantes en ningún algoritmo. Preguntá cómo y con qué datos llegó a una conclusión.

 

2. Practicá  lo que no se puede automatizar. Curiosidad, empatía, pensamiento estratégico, diseño de experiencias, ética aplicada. Lo humano no es reemplazable.

 

3. Probá, pero no todo vale. No se trata de usar todas las herramientas nuevas, sino las que potencien tu potencial y te hagan mejor profesional.

 

4. Hacé equipo con la IA. Usala como copiloto. Como espejo. Como entrenadora. Pero no como oráculo.

 

5. Poné a las personas en el centro. En cualquier proceso, innovación o decisión: si no mejora la vida de alguien, no sirve.

 

 

La IA vino para quedarse. Potencia todo lo demás, pero no reemplaza lo esencial. El protagonismo humano no es negociable. Pero sí es urgente.

 

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