Trump le apunta a Intel: Pidió la renuncia del CEO por supuestos vínculos con China
El presidente de EE.UU cargó contra el flamante director de Intel, Lip-Bu Tan, al que acusó de tener conflictos de interés por sus nexos con empresas chinas. Además, anunció aranceles del 100% a chips importados.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
Donald Trump volvió a la carga y esta vez su blanco fue uno de los gigantes tecnológicos más importantes de Estados Unidos. En un mensaje explosivo publicado en su red Truth Social, exigió la renuncia “inmediata” del nuevo CEO de Intel, Lip-Bu Tan, a quien acusó de tener “un serio conflicto de intereses” por sus lazos con empresas chinas. El terremoto fue inmediato: las acciones de Intel se desplomaron antes de que abriera Wall Street.
La tormenta política y bursátil arrancó tras una carta del senador republicano Tom Cotton, que expuso preocupaciones por la seguridad nacional. En ella, denunció que Tan —que asumió el mando de Intel en marzo, en plena crisis de la empresa por su atraso en inteligencia artificial— estaría vinculado a decenas de firmas chinas, algunas de ellas con lazos directos con el Ejército Popular de Liberación. Según Cotton, incluso durante su etapa como director de Cadence Design Systems, la compañía fue acusada de transferir tecnología sin autorización a instituciones militares chinas.
El trasfondo es una guerra comercial recargada. Trump quiere que los gigantes tecnológicos vuelvan a fabricar en casa, reducir el déficit comercial y frenar cualquier dependencia estratégica con China, sobre todo en áreas tan sensibles como los chips. La jugada tiene olor a campaña: busca mostrarse duro con Pekín y proteger lo que considera sectores clave para la seguridad nacional.
Detrás del show mediático, el mensaje de Trump va en serio y toca una fibra sensible: el dominio global de la tecnología del futuro. En un mundo donde los chips son el nuevo petróleo, tener el control de la producción no es solo una ventaja comercial, sino un tema de soberanía.
La situación de Intel, con un CEO recién llegado y una empresa que venía a los tumbos, ahora se enfrenta a una tormenta política que la puede desestabilizar aún más. Si se concreta la salida de Tan, será una señal clara del poder que todavía tiene Trump sobre el ecosistema empresario estadounidense.