La alopecia en mujeres: un tercio experimenta pérdida de cabello, cifra que se eleva a dos tercios tras la menopausia
Un informe de Harvard señala que la alopecia androgenética afecta a muchas mujeres, incrementando notablemente tras la menopausia. Esta condición, que impacta emocionalmente, puede comenzar en la pubertad y se agrava con la edad y antecedentes familiares.
Por redacción
Aproximadamente un tercio de las mujeres atraviesa episodios de pérdida de cabello a lo largo de sus vidas, una cifra que se eleva a dos tercios entre aquellas que han pasado por la menopausia, según un informe reciente de la Universidad de Harvard. La alopecia no solo afecta el aspecto físico, sino que también puede provocar un impacto emocional considerable, siendo su visibilidad socialmente menos aceptada en mujeres que en hombres.
El tipo más frecuente de pérdida de cabello en mujeres es la alopecia androgenética, que se manifiesta a través de un debilitamiento gradual en la línea del cabello y una pérdida difusa en la parte alta de la cabeza. Esta condición puede ser causada por diversos factores, tales como problemas de salud, efectos de medicamentos y estrés. Ante esta situación, se torna esencial la consulta con un especialista para establecer un tratamiento adecuado.
Harvard señala que es casi habitual que las mujeres enfrenten algún grado de pérdida de cabello con patrón femenino, que puede comenzar a notarse a partir de la pubertad, aunque suele hacerse evidente alrededor de la menopausia. Además, el riesgo de desarrollar esta condición incrementa con la edad y es más notable en quienes poseen antecedentes familiares de alopecia.
La alopecia androgenética está estrechamente vinculada a los andrógenos, hormonas que afectan el crecimiento capilar y que pueden ser heredadas o desencadenadas por anomalías endocrinas. Esta pérdida de cabello está relacionada con un acortamiento de la fase de crecimiento del cabello, conocida como ciclo anágeno, así como un alargamiento en el intervalo entre la caída del cabello y el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento. Este proceso resulta en la miniaturización del folículo piloso, dando lugar a cabellos más finos y cortos en lugar de los habituales, que son más gruesos y pigmentados.
Para llevar a cabo un diagnóstico de la pérdida de cabello, el profesional de la salud evaluará el cuero cabelludo y podrá solicitar pruebas de sangre para descartar otras condiciones, a menos que haya evidencias de actividad androgénica excesiva.
El informe de Harvard destaca que los medicamentos son la opción más empleada para tratar la caída del cabello en mujeres, resaltándose el minoxidil como uno de los tratamientos más eficaces. Inicialmente utilizado para controlar la hipertensión, se descubrió que este fármaco potenciaba el crecimiento del cabello cuando se aplicaba directamente en el cuero cabelludo.
Junto al minoxidil, existen otros tratamientos que pueden resultar beneficiosos, como los antiandrógenos y los suplementos de hierro, especialmente para aquellas con condiciones específicas, como el síndrome de ovario poliquístico o deficiencia de hierro.
Entre los medicamentos, la espironolactona, un diurético con propiedades antiandrogénicas, es frecuentemente recetada en conjunto con anticonceptivos orales para potenciar su efectividad. En situaciones donde los tratamientos convencionales no logran el efecto deseado, podrían considerarse alternativas como la terapia con láser o inyecciones de plasma rico en plaquetas.