El dólar se encamina a su peor año desde el 2020 a nivel global
Luego de haberse recuperado un 8% desde el mínimo de mediados de julio, el índice DXY se desplomó un 6%, por lo que concluye el año con una baja del 2,5%, aproximadamente.
Por Gonzalo Andrés Castillo
Redactor especialista en finanzas y mercado de capitales
El dólar está por cerrar su peor año a nivel global desde el inicio de la pandemia, ya que el mercado está apostando a que la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) reducirá las tasas de interés tras controlar exitosamente la inflación.
Luego de haberse recuperado un 8% desde el mínimo de mediados de julio, el índice DXY, que nuclea el comportamiento del dólar frente a una canasta de otras divisas importantes, se desplomó un 6%, por lo que concluye el año con una baja del 2,5%, aproximadamente.
La caída se concentró principalmente en el último trimestre, impulsada por la creciente especulación de que el organismo monetario adoptará medidas de flexibilización más agresivas el próximo año, ante la desaceleración económica estadounidense. Esta perspectiva reduce el atractivo del dólar porque otros bancos centrales pueden mantener tasas más altas durante un período prolongado.
En este contexto, los operadores de swaps ahora anticipan rebajas en las tasas de la Fed de al menos 150 puntos básicos, siendo el primer recorte esperado en marzo, lo que representaría un aumento significativo en comparación con la estimación de menos de 100 puntos básicos a mediados de noviembre y duplicaría las previsiones de las autoridades en su reunión más reciente.
"Los mercados están posicionados para este escenario 'Ricitos de Oro' en el que la Reserva Federal recortará las tasas lo suficiente como para estimular la economía sin reavivar las presiones inflacionarias", expresó Amanda Sunstrom, estratega de renta fija y divisas en SEB AB. "Eso está impulsando el desempeño del dólar", detalló.
Para la ejecutiva, es probable que la debilidad de la moneda estadounidense continúe en 2024 a medida que los datos de la economía se vayan contrayendo, aunque no lo suficiente como para estimular la apuesta por activos refugio como el propio dólar.