El Banco de Inglaterra sigue los pasos de la Fed y mantiene sin cambios las tasas de interés
La decisión refleja un contexto marcado por señales de desaceleración económica y persistentes riesgos inflacionarios.
Por Gonzalo Andrés Castillo
Redactor especialista en finanzas y mercado de capitales
El Banco de Inglaterra decidió mantener la tasa de interés en 4,25% durante su reunión de junio, en línea con lo anticipado por el mercado y siguiendo la misma estrategia que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).
Sin embargo, el debate interno del Comité de Política Monetaria reveló una creciente división: seis de sus nueve miembros votaron por sostener el nivel actual, mientras que tres se inclinaron por una rebaja de 25 puntos básicos, citando un mercado laboral más débil y menores presiones salariales.
La decisión refleja un contexto marcado por señales de desaceleración económica y persistentes riesgos inflacionarios. Vale recordar que la inflación interanual del Reino Unido en mayo fue del 3,4%, la más alta entre las principales economías de Europa Occidental, impulsada por alzas en servicios regulados como electricidad, gas y agua, además de incrementos en el salario mínimo y en impuestos sobre nóminas.
Aunque la autoridad monetaria mantuvo su postura "gradual y cuidadosa" respecto a futuros recortes, el gobernador Andrew Bailey reconoció que las tasas siguen una "trayectoria descendente" y reiteró que no hay una senda predefinida.
Y los economistas encuestados por Reuters respaldan esa percepción: cerca del 80% estima que el próximo ajuste se producirá en la próxima reunión. En este marco, el mercado monetario ya descuenta un recorte adicional en el último trimestre de 2025.
Por otro lado, en cuanto a las proyecciones macroeconómicas, el Banco de Inglaterra mejoró levemente su previsión de crecimiento para el segundo trimestre a 0,25%, aunque admitió que el impulso subyacente sigue siendo débil. También anticipó una moderación del crecimiento salarial hacia fin de año.
De todas formas, las autoridades también reconocieron que la incertidumbre global, alimentada por posibles políticas comerciales de Estados Unidos, podría seguir afectando la economía británica.