Celulosa Argentina pelea por no quebrar y entra en concurso de acreedores

La histórica compañía presentó en la CNV su ingreso a concurso de acreedores tras frenar la producción en sus plantas de Capitán Bermúdez y Zárate.  Sus acciones caen un 13% al inicio de la rueda.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 5 horas

Celulosa Argentina, una de las principales fabricantes de papel del país, anunció este lunes a la Comisión Nacional de Valores (CNV) que se presentó en concurso preventivo de acreedores. El paso, que marca un antes y un después en su historia, llega luego de que la empresa paralizara sus plantas en Capitán Bermúdez y Zárate por falta de capital de trabajo.

 

El Directorio de la firma resolvió la medida en su reunión del 29 de agosto y lo comunicó formalmente a través de su apoderado, Gonzalo Coda. Según el acta, la decisión fue unánime y se enmarca en la Ley Nacional Nº 24.522. Para la compañía, este proceso legal es clave: sin oxígeno financiero, la continuidad de sus operaciones esta seriamente comprometida.

 

La crisis venía gestándose hace tiempo. El propio presidente del Directorio, Douglas Albrecht, admitió que el escenario era “extremadamente adverso”, con ventas en caída libre, costos dolarizados cada vez más altos y un consumo interno desplomado. Solo en el último semestre, la facturación se redujo un 52% frente al mismo período del año anterior, y en el mercado interno la baja fue del 32% en toneladas.

 

Para intentar compensar, Celulosa aumentó las exportaciones más de un 100%, pero los márgenes fueron mucho menores que los del mercado local. En paralelo, la rentabilidad operativa se volvió negativa: -17% de rentabilidad bruta y -31% en lo operativo, un contraste brutal con los números positivos de 2024.

 

El panorama se agravó cuando la compañía se quedó sin financiamiento. La crisis de confianza, alimentada por otros defaults empresariales y la incertidumbre política, hizo que bancos y proveedores cortaran el crédito de cuajo. En marzo, con la caja seca, Celulosa solo pudo seguir adelante pagando al contado o cediendo cheques de terceros. En julio, la situación la obligó a detener las máquinas en Capitán Bermúdez y Zárate, dejando a cientos de trabajadores en vilo.

Ni siquiera los aportes extraordinarios del accionista principal, Tapebicuá, que inyectó más de 7,6 millones de dólares, lograron revertir la situación. El 7 de mayo, la empresa blanqueó oficialmente que no podía cumplir con pagos de deudas por 128 millones de dólares.

 

Con la ayuda de la consultora VALO Columbus, Celulosa buscó nuevos inversores y socios estratégicos. Pero hasta ahora los avances fueron mínimos y el tiempo apremia: al 31 de mayo, el patrimonio neto era negativo en casi 24 mil millones de pesos, lo que encendió todas las alarmas legales sobre su continuidad.

 

En el Directorio participaron nombres de peso, como José Urtubey y Andreas Keller Sarmiento, quienes coincidieron en que el concurso preventivo es la única salida viable para intentar reestructurar pasivos, preservar los activos y, sobre todo, sostener la fuente laboral.

 

El caso de Celulosa Argentina no es uno más. Con casi un siglo de historia, la empresa es un símbolo del entramado industrial argentino, especialmente en la región del cordón industrial santafesino. Su eventual colapso arrastraría a toda una red de proveedores, transportistas y trabajadores que dependen de su actividad diaria.

 

La gran incógnita es si el proceso de concurso logrará revertir la tendencia y darle a la firma el tiempo necesario para conseguir aire fresco. Mientras tanto, la industria papelera local sigue mirando con preocupación: si un gigante como Celulosa tambalea, el futuro para los jugadores más chicos se vuelve aún más incierto.

 

 

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