Por la suba del dólar estiman que la inflación de junio será mayor al 5%
La escalada que llevó al dólar blue y los financieros a niveles de los 1400 tendrá su resultado en un crecimiento de la inflación luego del 4,2% de mayo.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
Después de las continuas reducciones de la tasa de interés en los últimos meses, a mediados de mayo se desató una corrida cambiaria que elevó el dólar de 1040 a más de 1400 pesos en poco más de 40 días. La decisión de bajar de manera abrupta y constante la tasa de interés, dejándola en un marginal 30% en una economía que, a pesar de la disminución de la inflación, sigue teniendo un nivel alto, le terminó saliendo cara al Gobierno.
Diversos economistas y el propio FMI le han pedido al Gobierno de Javier Milei que las tasas deben ser positivas en un contexto de inflación, pero la avidez por "la licuadora" pudo más. Las últimas cuatro bajas fueron de 10 puntos cada una. El Gobierno recibió la tasa de referencia en el 133% y ahora está en 40% nominal anual, lo que deja a la mayoría de bancos y billeteras virtuales con retornos entre el 30-35%.
Luego de informada la última baja de tasas el 14 de mayo todo se complicó con la escalada del dólar blue y los financieros, los cuales habían tenido casi cinco meses de calma en torno a los 1000 pesos (con un breve intervalo de suba a 1200 en enero).
Por tal motivo será difícil que se pueda volver a anunciar una baja de la inflación cuando llegue el momento de revelar las cifras de junio. En lugar de disminuir, el índice se habría situado por encima del 5%, mientras que en mayo fue del 4,2%.
Por esta razón, varios economistas ya hablan de una "reaceleración" de los precios en junio. Las tarifas afectan considerablemente el índice elaborado por el INDEC, que publicará el dato oficial el próximo 12 de julio.
Según los analistas, en las últimas semanas el dólar paralelo ha estado incorporando la inflación acumulada. Lo único que impide que el aumento de los precios sea aún mayor es la pronunciada recesión, con caídas significativas en el consumo.
La fuerte caída en el nivel de actividad y la mayor facilidad para el pago de importaciones al tipo de cambio oficial reducen la necesidad y capacidad de trasladar los costos a los precios, según expertos.
Con una menor demanda de bienes y servicios, las empresas ya no pueden trasladar ese mayor costo al consumidor final, al menos por ahora. Además, el aumento del desempleo también conspira contra el consumo, que se encuentra en niveles muy bajos.
La desaceleración en el encarecimiento de alimentos y bebidas reduce la presión sobre el índice de inflación, a pesar de lo ocurrido con las tarifas.