MERVAL: ¿Arranca o no arranca? | Dolarhoy.com

MERVAL: ¿Arranca o no arranca?

Por Maximiliano Suárez

Asesor Financiero de Bull Market Securities

 

En las últimas semanas se vio un “pronunciado” movimiento al alza de las acciones argentinas en su conjunto, pese a lo cual, sigue reinando el pesimismo que hace un tiempo caracteriza al mercado local. ¿Qué fue lo que sucedió concretamente? Nada en particular, sino más bien un encadenamiento de factores fue lo que permitió una reversión del índice Merval, que por ahora se ha concretado más en pesos que en moneda dura, ya que el CCL acumula también un sendo avance en las últimas jornadas.

 

Si bien la atención de los inversores se centra en la actividad del último mes, lo cierto es que la narrativa comienza bastante antes, hacia finales de octubre del año pasado, cuando el dólar se encaminaba a su máximo histórico de 190 pesos por unidad y se producía un violento sell-off en la mayoría de los papeles líderes. Por ese entonces, el Merval orilló los US$250, muy cercano a los mínimos vistos únicamente durante la crisis Sub Prime de 2008 o el crash del COVID 19 hace poco más de un año. Para encontrar valores inferiores en la historia reciente hay que remontarse a la crisis posterior a la salida de la Convertibilidad allá por 2002.

 

Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía en todas aquellas ocasiones, en octubre pasado el mundo no se encontraba en medio de una crisis, sino que muy por el contrario, con el comienzo de la vacunación en los países desarrollados ya se empezaba a vislumbrar una luz de esperanza en la lucha contra el COVID, en tanto que la actividad económica comenzaba a recuperarse, hecho que se reflejo en las caídas de pedidos de desempleo en USA, una asistencia menor por parte de los fiscos y un súbito impulso a los precios de las materias primas, producto de una mayor demanda.

 

Entre tanto, Argentina, a pesar de estar pasando por dificultades, se encontraba también lejos de los episodios de crisis que suelen caracterizar al país. En ese momento comenzaban a retomarse algunas actividades, con una expectativa de apertura a medida que se acercara el verano, a la par que se recuperaba la recaudación y se disminuían los estímulos fiscales, con el fin del IFE como evento culminante. Por su parte, en el plano internacional se acababa de cerrar un canje relativamente aceptable con los acreedores externos y se despejaba la posibilidad de un nuevo default de la deuda. Y si bien la situación no era buena, salvo el dólar, no había otros indicadores que no hicieran pensar que lo peor había quedado atrás.

 

En la medida que la brecha fiscal de a poco se iba saldando y el aumento de los precios de los commodities comenzaba a impactar en la economía, esto implicó menos pesos en la calle y un piso a las reservas del BCRA, que a partir de allí no pararon de crecer. La recomposición del balance del BCRA se completó en enero de este año con el inicio de una acumulación de reservas en términos netos, lo cual sin embargo no implicó inmediatamente una mejora en las expectativas, pero sí contribuyó bastante a alejar el escenario apocalíptico que muchos predicaban por entonces.

 

Con el advenimiento de la cosecha de soja las liquidaciones se incrementaron, al igual que las compras del BCRA, ingresando en una dinámica decididamente virtuosa. Las reservas netas pasaron de negativas a levemente positivas, al tiempo que se registró el mayo con mayores liquidaciones de la historia. A esto se sumó la decisión del FMI de incrementar el uso de DEG por parte de los países miembro como uno de los mecanismos de ayuda para palear los efectos del coronavirus. El organismo internacional y los sojeros, dos de los actores más demonizados por el oficialismo, terminaron yendo al rescate del propio gobierno.

 

En sintonía con esto, la gira europea de Martín Guzmán desató una serie de rumores, en apariencia infundados, sobre un inminente acuerdo con el FMI y el Club de París, luego de conseguir apoyo de los primeros mandatarios del viejo continente y de la propia Kristalina Georgieva, quien desde un comienzo se ha mostrado bastante contemplativa de la situación argentina. Lo cierto es que el acuerdo finalmente no ocurrió, y por lo pronto parece tampoco ocurrirá antes de las elecciones. Es que el sapo que habría que tragarse posiblemente no sea compatible con la agenda electoral. Pero pese a que nos corrieron nuevamente el arco, hay un trasfondo positivo en toda la cuestión, y es que pareciera que, tanto los acreedores han entendido que insistir con un acuerdo preelectoral será infructuoso, como el oficialismo entendió que esquivar el ajuste más allá de las elecciones podría ser catastrófico. Mucho de lo que se haga, de todos modos, dependerá del resultado electoral, radicalización o racionalización son las opciones, no parece haber término medio.

 

Otro evento en materia externa es la degradación de Mercado Emergente a Frontera, algo que en otro contexto hubiera sido tomado a mal, pero que en esta ocasión, sin embargo, fue bien recibido, debido a que implicaba la compra de activos por parte de los fondos de frontera que necesitaban posicionarse en el país. Al decir del gran Bernard Baruch, muéstrame los gráficos y te diré las noticias. Después de una caída de cerca del 85% desde los máximos de 2018, al fin parece que empiezan a buscarse excusas para explicar subas y no bajas. Quizás constituya el principio de un cambio de ánimos que ya han durado bastante.

 

No obstante, no puede decirse que la mejora en el humor sea exclusivamente local, algo muy similar viene sucediendo en la región y en particular en Brasil, nuestro principal socio comercial. Salvo en el fútbol, una recuperación de Brasil es siempre una excelente noticia para nuestro país, pues el gigante sudamericano tracciona buena parte de la demanda de productos locales y genera una mejora de las expectativas en el mediano plazo. Algo clave cuando faltan apenas poco más de 5 meses para las primarias legislativas.

 

Si el contexto continúa ayudando y no merma el viento de cola, puede que sean elementos suficientes para al menos no seguir cavando la salida del pozo, pero la verdadera zanahoria son y serán las elecciones. Sin un cambio de modelo no hay cambios estructurales que permitan sostener esta incipiente mejora de las expectativas. Mientras tanto, a medida que los precios acompañen, posiblemente empiecen a verse cada vez más noticias auspiciosas y se vayan sumando nuevos inversores al mercado, muchos de ellos debutantes absolutos, otros tantos heridos del 2018 que huyeron para dar nueva batalla.

 

Si el momento de salir al campo es hoy o no, nadie lo sabe, por lo pronto lo mejor es operar con precaución, no dejarse llevar por las emociones, entender que el capital cuando se invierte no vuelve inmediatamente, y que depender de una urna es muy peligroso. No por nada la leyenda inversora de Wall Street, don Warren Buffet decía “no intente predecir la dirección del mercado, la economía, los tipos de interés o las elecciones”. Los que entienden dicen que el hombre, algo sabe. ¿Usted qué opina?

 

*Disclaimer legal: Tenga en cuenta que existen riesgos asociados con la inversión en valores, incluida la posible pérdida de capital, de conformidad con la Norma FINRA 2210 (d)(1)(A). Este artículo no debe considerarse una solicitud o recomendación de compra. El material ha sido preparado únicamente con fines informativos.