Trump eleva aranceles a Brasil al 50% y sanciona al juez que procesa a Bolsonaro
La Casa Blanca aplicó un aumento arancelario y sanciones contra el magistrado Alexandre de Moraes, en medio de la tensión por el juicio contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
En un giro que calienta aún más la relación entre Washington y Brasilia, el presidente Donald Trump firmó el 30 de julio una orden ejecutiva que duplica al 50% los aranceles extra sobre importaciones brasileñas y, como si fuera poco, aplicó duras sanciones económicas contra el juez Alexandre de Moraes, que tiene en sus manos el juicio al expresidente Jair Bolsonaro. La Casa Blanca lo acusa de atentar contra la libertad de expresión y los derechos humanos, y lo metió de lleno en la lista negra del Tesoro.
La medida llega después de que el actual mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, reafirmara que “Brasil negociará como un país soberano”, en una entrevista con The New York Times. La pulseada tiene una raíz política clara: Bolsonaro enfrenta cargos por intentar voltear el gobierno en 2022 y, según las investigaciones, habría presionado a Trump para que le diera una mano desde afuera.
Mientras tanto, del otro lado del mapa, el gobierno de Lula defiende la independencia del Poder Judicial y evita confrontar directamente con Washington. Pero la polémica explotó cuando se supo que Eduardo Bolsonaro —hijo del expresidente y hoy radicado en Texas— habría colaborado con la Casa Blanca para sancionar a Moraes. En Brasil, ya lo acusan de actuar contra los intereses nacionales.
Con esta jugada, Brasil se convierte en el país con los aranceles más altos impuestos por Estados Unidos hasta la fecha. La advertencia está clara: el margen para negociar se achicó, y Trump no piensa extender los plazos. Desde el Capitolio, el senador republicano Marco Rubio también sumó presión: “Vamos a usar todas las herramientas legales y diplomáticas para defender la libertad de expresión frente a actores maliciosos”.
Todo esto se da en un momento delicado para Brasil, que busca proyectarse como líder regional y defender su soberanía judicial. Pero con los mercados en alerta y las relaciones bilaterales al rojo vivo, el conflicto está lejos de cerrarse. Lo que queda claro es que la causa Bolsonaro ya dejó de ser un tema interno, y ahora se juega también en el tablero internacional