La inflación mayorista fue del 3,1% en agosto y suma presión sobre la economía
El INDEC confirmó que los precios mayoristas subieron 3,1% en agosto, por encima del IPC y con impacto directo en lo que se viene para el consumidor.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El índice de precios internos al por mayor (IPIM) volvió a subir en agosto: marcó una suba del 3,1% mensual, según informó el INDEC. La cifra supera al 1,9% que registró el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el mismo período y al 2,8% que habían anotado los mayoristas en julio. Con esto, el acumulado anual trepa al 15,7% y la variación interanual ya toca el 22,1%.
El empuje vino principalmente de los productos nacionales, que avanzaron 3,1%, mientras que los importados crecieron 2,9%. Dentro de los rubros que más influyeron se destacaron los alimentos y bebidas (1,6%), textiles (1%), productos refinados del petróleo (0,55%) y automotores, carrocerías y repuestos (0,36%). También se anotaron aumentos en petróleo crudo y gas (0,29%) y en productos químicos (0,23%).
El índice de precios internos básicos al por mayor (IPIB) no se quedó atrás: escaló un 3,3% en el mes, con un alza del 3,4% en los productos nacionales y del 2,8% en los importados. En paralelo, el índice de precios básicos del productor (IPP) trepó al 3,5%, impulsado sobre todo por un fuerte salto del 5,9% en productos primarios, mientras que los manufacturados y la energía eléctrica crecieron 2,6%.
Para los analistas, la tendencia no es alentadora. “Estamos viendo cómo se acelera la inflación mayorista y en septiembre esto ya empieza a trasladarse al consumidor. Seguramente el IPC cierre en torno al 2,5% o un poco más”, advirtió Aldo Abram, de la Fundación Libertad y Progreso. Según explicó, aunque la depreciación del peso no sea tan violenta como en otros momentos, la pérdida de poder adquisitivo de la moneda está impactando en toda la cadena de precios.
Un análisis con mirada política
La suba de costos mayoristas es un termómetro que debería encender todas las alarmas, pero buena parte de la dirigencia elige patear la pelota con iniciativas que solo agregan presión.
Mientras los precios mayoristas siguen tirando para arriba, en el Congreso muchos parecen mirar para otro lado. En lugar de ayudar a sostener el equilibrio fiscal, se multiplican los proyectos que buscan más gasto sin financiamiento, una receta que la Argentina ya conoce de memoria: termina en más inflación.
El esfuerzo por ordenar las cuentas puede quedar en la nada si desde las bancas se empuja a romper la disciplina fiscal. Y eso no es neutro: significa que cada argentino paga la fiesta con precios más altos en la góndola. La política debería tomar nota de una vez por todas de que sin responsabilidad fiscal no hay estabilidad posible.