Presupuesto 2026: En un clima caldeado el Gobierno obtuvo media sanción en Diputados
En su estreno con una Cámara renovada y más favorable, el oficialismo logró avalar el Presupuesto del año que viene. Sin embargo, una jugada para blindar reformas clave terminó jugando en contra y dejó al descubierto tensiones internas y acuerdos fallidos.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
En la primera sesión de Diputados con la nueva conformación surgida de las urnas, La Libertad Avanza consiguió aprobar en general el Presupuesto 2026. Se trata del primer proyecto de este tipo que Javier Milei logra convertir en ley desde que llegó a la Casa Rosada. El resultado fue contundente en términos políticos, aunque no exento de sobresaltos: el capítulo 11, uno de los más polémicos del texto, terminó siendo rechazado pese a los intentos oficiales por protegerlo.
La votación general arrojó 132 votos afirmativos, 97 negativos y 19 abstenciones. Entre quienes optaron por no acompañar ni bloquear estuvieron los legisladores de Provincias Unidas, que igual resultaron determinantes para alcanzar el quórum. El bloque eligió marcar distancia respaldando su propio dictamen, sin romper del todo con el trámite parlamentario.
El respaldo al proyecto llegó desde el PRO, la UCR, el MID y varios espacios provinciales alineados con gobernadores dialoguistas. Acompañaron los representantes de Salta (Gustavo Sáenz), Misiones (Hugo Passalacqua), San Juan (Marcelo Orrego), Neuquén (Rolando Figueroa) y sectores del peronismo no kirchnerista de Tucumán (Osvaldo Jaldo) y Catamarca (Raúl Jalil).
Aun así, el golpe llegó igual. Contra todos los cálculos, el capítulo 11 fue rechazado por 123 votos contra 117. En ese tramo se incluían, además de las derogaciones, recortes a la tarifa de gas en Zonas Frías, cambios en la actualización de la AUH y un esquema de compensación para distribuidoras eléctricas por deudas con Cammesa.
Las fisuras quedaron expuestas. Mientras los salteños votaron a favor, los misioneros del Frente Renovador de la Concordia lo hicieron en contra y aclararon en un comunicado que respaldan el Presupuesto, pero no la eliminación de derechos vinculados a discapacidad y universidades. También se opusieron parte de los catamarqueños y tucumanos aliados, y los radicales chaqueños cercanos al gobernador Leandro Zdero optaron por abstenerse.
Así, la apuesta de votar por capítulos terminó jugando en contra del oficialismo, que vio caer de un plumazo todo el bloque más conflictivo del proyecto.
La Libertad Avanza pasó de tener 37 diputados a estrenar un bloque de 95, y ese músculo político aceleró el tratamiento del Presupuesto. Sin embargo, el inicio de la sesión ya había anticipado tensiones: el quórum no aparecía y recién se destrabó cuando Nicolás Massot, de Provincias Unidas, bajó al recinto y habilitó el número necesario para arrancar el debate.
En el recinto, el encargado de defender el proyecto fue el titular de la comisión de Presupuesto, Alberto “Bertie” Benegas Lynch, quien insistió con el eje del equilibrio fiscal. Desde el peronismo, en cambio, se cuestionó con dureza el rumbo del texto. Victoria Tolosa Paz lo definió como un presupuesto de ajuste que profundiza la recesión y el deterioro del empleo y los ingresos.
El proyecto enviado en septiembre prevé para 2026 un crecimiento del 5% del PBI, una inflación del 10,1% y un tipo de cambio de $1.423 por dólar hacia fin de año. También apunta a un superávit primario del 1,5% del producto y un superávit financiero del 0,2%, con exportaciones en alza y una inversión que sigue creciendo, aunque a menor ritmo.
El debate dejó una señal clara: el Gobierno logró mostrar fortaleza política y aprobar el Presupuesto en general, pero también quedó expuesto a los límites de su estrategia parlamentaria. Con aliados volátiles y demandas cruzadas, cada capítulo será una negociación en sí misma.
De cara a lo que viene, el oficialismo tendrá que recalcular. La caída del capítulo 11 no solo frenó reformas sensibles, sino que encendió luces de alerta sobre el costo político de forzar acuerdos. En un Congreso más favorable, pero lejos de ser automático, la gobernabilidad sigue dependiendo de equilibrios finos y concesiones bien medidas
