La deuda pública creció 96.042 millones de dólares en 2024

Pese a cumplir con pagos e intereses, la deuda pública creció exponencialmente en 2024. El 45% de la misma corresponde a vencimientos en pesos.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Jueves 16 de enero del 2025 a las 12:25 pm

 

A pesar de haber pagado intereses y parte del capital, Argentina cerró el año con una deuda bruta histórica de 466.866 millones de dólares. Si miramos para atrás, en diciembre de 2023, después de la devaluación del peso, la cifra era de 370.673 millones de dólares. Es decir, en solo 12 meses, nos cargamos 96.042 millones de dólares de más.

 

La Secretaría de Finanzas explicó que este aumento se dio por una mezcla de cosas: una baja en la deuda en dólares de unos 9.404 millones, pero una suba tremenda en la deuda en pesos, que creció el equivalente a 105.446 millones de dólares. Acá es donde el número explota, porque mientras nos endeudamos menos afuera, adentro la emisión de deuda en moneda local fue descomunal.

 

De toda esta deuda, el 45% (209.190 millones de dólares) está en pesos, mientras que el 5% restante (255.077 millones) sigue estando en moneda extranjera. ¿Y qué significa esto? Que si bien hay más papeles en pesos, seguimos muy atados al dólar, y cada cambio en el tipo de cambio nos puede pegar como un mazazo.

El gran salto del endeudamiento público tiene varias explicaciones. Una de las principales fue que el Tesoro Nacional absorbió deuda del Banco Central, una movida que genera ruido porque mezcla las cuentas del Estado con las del Central. Sumale a esto la emisión y colocación de nuevos bonos, que es básicamente salir a pedir prestado para pagar lo que ya debíamos y cubrir los baches de financiamiento.

 

En este sentido, el 2024 fue un año donde la deuda se disparó como una flecha, y aunque hubo cierta reducción de compromisos en dólares, la dependencia de la emisión local terminó inflando la deuda total. ¿Qué queda por delante? Más desafíos para manejar este monstruo financiero y un juego constante entre las tasas, la inflación, y el dólar. Un coctel a todas luces explosivo.

 

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