El BCRA baja el tono a la presión por los dólares y defiende su estrategia cambiaria
El Banco Central insistió en que la volatilidad reciente respondió al clima electoral y no a errores de política económica, y aseguró que no hay apuro por acumular reservas
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El Banco Central volvió a plantarse frente a los cuestionamientos del mercado y ratificó su hoja de ruta cambiaria y monetaria. Lo hizo a través de una presentación de su vicepresidente, Vladimir Werning, quien sostuvo que las tensiones vistas en los últimos meses en el dólar y en las tasas de interés estuvieron directamente ligadas al proceso electoral y no a decisiones como la compra de reservas o el desarme de instrumentos financieros. Bajo ese marco, el organismo buscó despegarse de las críticas que llegan desde la City y dejó en claro que no piensa modificar el rumbo.
En su exposición, Werning remarcó que el esquema de bandas cambiarias cumplió su objetivo principal: absorber el shock electoral y evitar una corrida mayor. Si bien admitió que el mercado todavía asigna cierta probabilidad a un ajuste cambiario más adelante, señaló que las expectativas están mayormente alineadas con el funcionamiento actual del sistema. De hecho, los contratos de dólar futuro muestran valores que acompañan el techo de la banda, al menos hasta mediados de 2026.
Hoy las reservas brutas rondan los 42.000 millones de dólares, pero al descontar swaps, encajes y otros compromisos, el saldo neto sigue en terreno negativo. En el mercado ya descuentan que el Gobierno pedirá un waiver al Fondo para no incumplir la meta pactada. Desde distintos informes privados coinciden en que alcanzar el objetivo en el corto plazo es prácticamente imposible sin un cambio fuerte de estrategia.
Frente a ese escenario, la respuesta oficial es clara: primero tiene que venir la remonetización y el crecimiento. Tanto Werning como el presidente del BCRA, Santiago Bausili, insisten en que la acumulación de reservas será una consecuencia del éxito del programa económico y no su punto de partida. La idea es evitar forzar un tipo de cambio más alto que termine golpeando la actividad y el poder adquisitivo.
En ese sentido, el Central también destacó un dato clave: tras las elecciones, la demanda de dólares por parte de las personas cayó con fuerza. En noviembre, la compra neta fue de unos 1.100 millones de dólares, muy lejos de los más de 5.000 millones que se habían registrado en octubre, en plena incertidumbre electoral. Para el BCRA, esto confirma que el miedo al pasado pesó más que los desequilibrios actuales.
Según los datos oficiales, gran parte de los dólares demandados en noviembre se explicó por turismo y consumos, y no por atesoramiento. Además, muchos de los ahorristas que se habían dolarizado antes de la elección mantuvieron sus fondos dentro del sistema financiero, lo que refuerza la idea de una mayor confianza en el esquema vigente.
Hacia adelante, el desafío será sostener esa calma cambiaria en un contexto de recuperación económica todavía frágil. Con un rebote del PBI estimado en torno al 5%, el Gobierno apuesta a que el crecimiento y la mayor demanda de pesos terminen fortaleciendo al Banco Central. La incógnita es si el mercado estará dispuesto a esperar ese proceso sin exigir más dólares en el corto plazo.
