Mokaccino: cómo preparar la bebida de café y chocolate de forma fácil
El mokaccino combina la intensidad del café con la dulzura del chocolate en una bebida cremosa. Ideal para desayunos o tardes relajadas, hacerla en casa es sencillo y te permite personalizarla a tu gusto con unos pocos ingredientes.
Por redacción
Si sos un apasionado del café y el chocolate, el mokaccino se convertirá rápidamente en tu bebida favorita para comenzar el día. Esta mezcla única combina sabores intensos y una textura cremosa, convirtiéndose en una opción ideal tanto para el desayuno como para disfrutar en una tarde tranquila.
A pesar de ser una de las bebidas más solicitadas en muchas cafeterías, preparar un mokaccino en casa es sencillo y te brinda la oportunidad de adaptarlo a tus preferencias personales.
El mokaccino se elabora combinando un espresso con cacao y leche espumada, lo que resulta en una taza que equilibra perfectamente la robustez del café con la dulzura del chocolate. Además de su exquisito sabor, esta bebida también puede ofrecerte un impulso de energía gracias a la cafeína, a la vez que disfrutás de los antioxidantes presentes en el cacao. Con ingredientes básicos y algunos trucos, podrás lograr una versión casera que rivaliza con la de cualquier cafetería.
Para prepararlo, primero necesitarás un café espresso o, en su defecto, un café bien concentrado. Prepará tu café preferido siguiendo estas recomendaciones y unite a la receta del mokaccino. También es fundamental contar con un espumador de leche o un aireador manual para conseguir esa textura cremosa característica.
Si buscás una experiencia aún más rica y cremosa, podés reemplazar parte de la leche por leche evaporada o usar leche condensada como endulzante. Esto no solo dará como resultado una bebida más espesa, sino que también acentuará el sabor del chocolate. Además, te animo a experimentar con diferentes tipos de cacao o incluso añadir chocolate derretido para una mezcla aún más deliciosa.
En caso de no contar con un espumador, hay varios métodos útiles: calentá la leche y colocala en un frasco con tapa, agítala con fuerza para conseguir una espuma densa. Otra alternativa es utilizar un batidor de globo: simplemente colocá la leche en un bol y batila hasta lograr la textura deseada, aunque tené en cuenta que esto puede tomar un poco más de tiempo.