Liderazgo en equilibrio: mitad genética, mitad aprendizaje
Somos 50 % genética y 50% nuevas experiencias significa que podemos traer de cuna una madera de líder; pero que, sino entrenamos y pulimos esa madera, el potencial como líder tiene un techo bajo.
Por Carlos Sosa
Consultor especialista en Liderazgo. Contador. Mg. Adm. Empresas.
“Este entrenador descubrió en mí, recursos que yo mismo no sabía que contaba”. “Este evento inesperado, que me tocó atravesar en mi vida, me hicieron dar cuenta de estas capacidades que no sabía que contaba”. “Este fuerte dolor, que provocó esta pérdida, me hizo descubrir una versión que desconocía de mí”. ¿Qué características en común tienen estos acontecimientos? Encontrarse con un potencial inconsciente, a partir de situaciones imprevistas, inesperadas; es decir, que no son decisiones planificadas o programadas por nuestro lado consciente.
Surgen a partir de circunstancias fortuitas, la intervención o interrelación con otras personas y contextos que nos pueden causar diversos pensamientos y emociones.
Entre ellos, podemos considerar que no vamos a poder o declararnos que estamos frente a una gran oportunidad de mostrarnos cuánto valemos.
Asimismo, sentir curiosidad, sorpresa, asombro, miedo, entusiasmo, pánico, etc. Tal vez, la vida nos pone delante de una encrucijada para sacar amor propio y revelar valentía, aún cuando tengamos miedo y orgullo para demostrar nuestra capacidad de resiliencia oculta.
Si bien podríamos decir que no actuamos en función de decisiones planificadas conscientemente, cabe preguntarnos: En el momento de presentarse estos imponderables, ¿Procedemos de acuerdo a una trazabilidad o programas emocionales inconscientes que tenemos instaurados?
La respuesta podría ser sí, porque somos 50% genética y 50% nuevas experiencias; esto es, herencia genética, la forma en la que nos han educado emocionalmente, formas de pensar que nos han transmitido, crianza y hábitos aprendidos por imitación involuntaria.
Entonces, podríamos presumir que aquel entrenador que potenció a su jugador logró liderazgo porque detectó a través de su observación patrones de conductas, acciones y formas de ser que su propio jugador desconocía.
Es decir, que ese líder confiaba más en su jugador, que el jugador en sí mismo. Esto significa transmitir confianza, superar y sorprender con creencias potenciadoras sobre el otro, que también incluyen una autoexigencia para el líder y expectativas sobre el liderado, lo que podría generar entusiasmo, aunque también presión sobre ambos, lo cual lleva a días, momentos y situaciones de ansiedad, frustración, alegría, desánimo y esperanza.
De esto se trata el liderazgo, un gran reto, donde se administran polaridades emocionales. Por lo tanto, el líder tiene que estar muy convencido de lo que observa porque con su opinión y decisión está asumiendo un riesgo decisional, a partir de creer que lo que observa de manera consciente para él es inconsciente para el otro.
De alguna manera, podríamos construir que el líder detecta el potencial inconsciente de su liderado, y que tiene como misión hacerle creer que él es más fuerte de lo que él mismo cree, que hay algo que no alcanza a ver aún, pero que confié en lo que el de afuera ve como líder, aún cuando el liderado pueda descreer ya que no se observan resultados latentes para lo cual tiene que ser paciente con el tiempo porque hay un potencial en su inconsciente y que irá desarrollando.
Esto significa tener una mentalidad abierta a sumar habilidades nuevas a la madera que podamos traer. Ante la pregunta tradicional sobre si el líder nace o se hace la respuesta es: puede traer la pasta, pero sin nuevas experiencias y apertura al aprendizaje en un mundo cada vez más inestable y cambiante la herencia genética irá perdiendo peso relativo.
Aún más, el desarrollo de nuevos aprendizajes para conocer el lado inconsciente de la madera que traemos refuerza aún más esta interrelación. Por otro lado, podemos estar hablando de un líder que no trae la madera, pero tiene una gran disciplina, desarrolla hábitos de manera constante, encuentra una pasión y tiene motivación por la superación; por lo que tiene grandes chances de convertirse en un gran líder.
Es importante, reconocer que el porcentaje de personas en estas condiciones pueden ser la minoría, que viven una circunstancia dolorosa, de oportunidad o tienen un líder que los potencia tocando el chip y la botonera indicada de la persona.
Por otro lado, podemos tener la situación ideal, que tal vez solo el 5% de las personas las reúne, que es la pasta de líder junto a la vocación por aprender, sumar nuevas experiencias y superarse día a día. Estas son personas enfocadas que compiten con ellos mismos, contra la versión que ellos dieron ayer, el progreso incorporado en la vida doméstica.
Aquí, en este escenario, estamos frente a potenciales de liderazgo transformadores. La postura de este enfoque, es que todos tenemos un líder interior, pero es la ínfima minoría que decide sacar provecho de una circunstancia de experiencia o aprendizaje. Hay en principio dos razones por las cuales sucede con el liderazgo esto: una, es la famosa zona de confort de la mayoría de las personas frente al aprendizaje, que es la elección del placer inmediato en lugar del dolor o implementación de un hábito de disciplina que nos trae beneficios de largo plazo.
Y la segunda causa es que el concepto de liderazgo está erróneamente circunscripto al ámbito empresarial. Hoy más que nunca, donde la gente busca bienestar, gestionar su tiempo libre, encontrar su pasión y ser feliz las herramientas que proporciona el liderazgo y desarrollo personal son claves para lograr estos objetivos.
El verdadero capital de nuestro liderazgo, está en nosotros mismos, donde el autoconocimiento, automotivación y autoliderazgo son claves para nuestra vida cotidiana, que luego podremos transferir o no al ámbito laboral o social.
¿Por qué es importante esto? Porque para sentirnos plenos, libres y felices en los ámbitos que elegimos vivir tiene que ser con determinación, donde nos podemos expresar y mostrar tal cual somos. Esto es una postura de liderazgo, de protagonismo; muy diferente de la zona de confort y victimismo, donde la mayoría de las personas tiene la creencia errónea que la gente exitosa tuvo la suerte de la herencia genética.
Revisar lo que traemos, quienes somos, de donde venimos y por qué actuamos como actuamos nos permitirá comenzar un camino de autoconocimiento y liderazgo auténtico. Todos tenemos una madera, somos singulares y el nivel de apertura a nuevos aprendizajes y experiencias terminará por marcar nuestro destino y hoja de ruta.