EE.UU y Europa sellan un acuerdo clave: bajan aranceles y reavivan la industria automotriz

Después de meses de tensión, Washington y Bruselas cerraron un pacto comercial histórico que incluye autos, aviones, energía y tecnología. Los mercados festejan, pero todavía quedan frentes abiertos.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 6 horas

Luego de meses de idas y vueltas, con amenazas de aranceles cada vez más duros, Estados Unidos y la Unión Europea finalmente encontraron un punto de encuentro. El nuevo acuerdo comercial transatlántico trae alivio a los mercados y marca un antes y un después, especialmente en la industria automotriz: los aranceles para autos europeos que entran a EE.UU. bajarán del 27,5% al 15%, esquivando el sablazo del 30% que Donald Trump había prometido para agosto si no había acuerdo.

 

La noticia fue muy bien recibida por la comunidad financiera internacional, que venía siguiendo el tire y afloje con preocupación. Aunque el nuevo 15% sigue por encima del promedio histórico (en la era pre-Trump rondaba el 4,8%), el acuerdo frenó una escalada comercial que podía haber sacudido a todo el sector. Y no llegó solo: se suma al entendimiento reciente entre EE.UU y Japón, que también revisó aranceles clave.

 

Pero el acuerdo no se quedó en los autos. Europa se comprometió a comprar 750.000 millones de dólares en productos energéticos y tecnológicos estadounidenses en los próximos tres años: desde petróleo y gas hasta energía nuclear y chips. A cambio, la UE moverá 600.000 millones de dólares en inversiones en territorio norteamericano, incluyendo defensa y equipamiento militar. Una movida que muestra que la geopolítica también se juega en las hojas de Excel.

 

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fue tajante: “Este es el mayor acuerdo jamás alcanzado”. Y no exageró. Se eliminaron aranceles en sectores clave como aviones, productos químicos, medicamentos genéricos, semiconductores y algunas materias primas agrícolas, marcando un giro claro hacia la integración económica.

 

Trump, fiel a su estilo, salió a colgarse la medalla: “Es un éxito enorme para Estados Unidos”, dijo. Pero aún hay espinas: el arancel del 50% sobre el acero y el aluminio europeos sigue vigente, aunque ambas partes dejaron la puerta abierta a cambiarlo por un sistema de cuotas más flexible. También está pendiente la letra chica sobre barreras no arancelarias para autos y productos agrícolas yanquis, un punto que sigue en discusión técnica.

 

Para Europa, este acuerdo es una bocanada de aire en su pelea por no perder peso en el mercado norteamericano, especialmente después de los años más duros del proteccionismo trumpista. Las automotrices del Viejo Continente, que venían perdiendo terreno, ahora tienen una oportunidad concreta de volver al juego.

 

Más allá de los números, este pacto muestra que la guerra comercial global no está escrita en piedra. Se puede negociar, se puede ceder, y se puede construir algo más equilibrado. El desafío será que este acercamiento no quede en el papel y se traduzca en producción, trabajo y desarrollo real.

 

 

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