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Parecen inversiones pero no lo son

En estos últimos día se estuvo hablando mucho acerca de las estafas piramidales, o también conocidas como Ponzi. Hagamos un poco de historia para ver de qué se tratan.

Por Mario Cape

Inversor y escritor de las obras “El Inversor de Bolsillo argentino” y “El Inversor de Bolsillo Dos – Invirtiendo cómo los que saben”

 

Corría el año 1903. Carlo Ponzi, un joven de tan sólo 21 años, llegó a la isla Ellis, hacinado junto a tantos otros inmigrantes que huían de Europa huyendo del hambre. Este joven italiano, con tan solo 2,5 dólares en el bolsillo, estaba convencido de que iba a poder lograr el éxito. Durante sus comienzos en el país, consigue trabajo como camarero y lavaplatos en algunas ciudades de la costa este, hasta que finalmente ingresa en un banco de Montreal, Canadá. Ahí tiene su primer tropiezo. En 1912 falsifica un cheque, y lo condenan a 20 meses de cárcel. Pero en la cárcel lo destinan a trabajar en la oficina interna de correo, lo cual le termina abriendo los ojos a un “negocio” fabuloso.

 

El esquema Ponzi

En aquel entonces, para 1919, en plena posguerra, había monedas que habían quedado sumamente devaluadas. Él descubrió que, si compraba sellos postales en Italia, con la lira italiana, podía venderlos en Estados Unidos u otros países con moneda más fuerte a un precio superior. El rumor se extendió y muchos apoyaron este proyecto, lo que le permitió crear la empresa Security Exchanges Company.

 

Lo que él prometía era sumamente tentador: ¡un 50% de ganancia en tan sólo tres meses! Por eso, la gente que comenzaba a invertir con él era cada vez más y más: para febrero de 1920, tenía unos 5800 dólares (a dinero de hoy equivaldría a 10 veces más). Para marzo, esta cifra era de 30.000 dólares e incluso comenzó a expandirse a nuevas ciudades. Para mayo, ya tenía en su poder 420.000 dólares. Para julio, ¡ya eran varios millones!
Con semejante crecimiento comenzaron a aparecer las sospechas. Las autoridades desconfiaron de que en tan poco tiempo un inversor recibiera tanto dinero y que pudiera generar tanto dinero en intereses. Esto hizo tambalear a la “empresa”, pero el gran estafador tenía varios “ases bajo la manga”.

 

Cuando lo citaron a declarar, él explicó que las ganancias se debían a la diferencia de precios en las estampillas, que el ciclo duraba alrededor de 45 días y que podía ofrecer una rentabilidad de hasta el 400%. Explicó que no tendría problemas en devolver el dinero ya que tenía una fortuna de 8 millones y una deuda con sus inversores de sólo 3,5 millones. 

 

Mientras tanto, la gente, desconfiada, hacía largas colas para recuperar su dinero. Pero él, muy astuto y con un gran carisma, apareció ofreciéndoles salchichas y café para todos los que estaban esperando. También les dijo que se cuidaran de quienes les compraban sus tickets de depósitos con un 50% de descuento ya que eran estafadores. Invitó a que todos pudieran cobrar el dinero, incluso los que todavía no habían esperado los 90 días. Estos gestos hacían que esta corrida se fuera disipando y logrando que la gente lo viera como un héroe.

“Luego de una semana de investigación sobre Ponzi, el interés público sobre el hombre y sus actos permanece inalterable. Seguido por centenares de personas cuando aparece en la calle, lo saludan como a un héroe. Aunque la auditoría federal sobre sus registros contables apenas ha empezado, sus admiradores lo ven como si ya hubiera sido reivindicado, y están impacientes para que vuelva a recibir fondos. Empleados de tiendas por departamentos, fábricas y grandes plantas han juntado su dinero y esperan la oportunidad de invertirlo con Ponzi en su esquema de 50% en 45 días”. Esto decía el 1 de agosto de 1920 el diario The New York Times.

 

Pero unas semanas después, la mentira se acabó: las autoridades descubrieron que en realidad debía 7 millones de dólares, y que solamente tenía 3 millones en su poder. Él se declaró en bancarrota y terminó en la cárcel. Mientras tanto, la gente estaba enfurecida reclamando su dinero. Aun así, él siguió escribiéndole a mucha gente prometiendo devolver el dinero cuando fuera liberado…lo más triste es que mucha gente siguió viéndolo como un héroe.

 

¿Cómo funciona?

Puede ser que nos preguntemos, ¿Cómo alguien en tan poco tiempo pudo juntar tanto dinero? Fue una combinación de factores: una persona muy carismática, sin valores morales, y con los contactos apropiados para lograr difundir su sistema. Él terminó admitiendo que no invertía en las estampillas...simplemente acumulaba el dinero, lo cual no generaba ninguna rentabilidad. ¿Cómo podía pagar esos intereses tan disparatados? Simplemente, con el dinero de los demás.

 

Él fue el fundador de lo que se conoce como estafa piramidal, o sistema Ponzi en su “honor”. No se obtienen verdaderas ganancias, es todo una ilusión.

 

Este castillo de naipes se mantiene siempre y cuando nueva gente ingrese y ponga su capital. Como se ve en el gráfico, estos estafadores obtienen los primeros “clientes” ofreciendo altas rentabilidades garantizadas…pero siempre con un sistema de referidos. En ocasiones, obligan directamente a conseguirlos, en otras, hacen que las rentabilidades sean muchísimo mejores, por lo que los del segundo nivel se ven tentados a conseguir más personas, formando un tercer nivel. A medida que esta pirámide va creciendo, los primeros en ingresar reciben sus dividendos, y las comisiones por todos los que están debajo. En cambio, los que están abajo, ya ven difícil poder conseguir nuevos miembros ya que hay mucha gente involucrada y lógicamente muchas personas nunca se meterían en algo así. Como no se suman nuevos adeptos, esta pirámide se cae por completo. ¿El resultado final? El dinero de los de abajo se transfirió a los de arriba…es un robo, lisa y llanamente.

 

 

 

¿Cómo las identifico?

Por un lado, están los que nos ofrecen algo y luego que les pagamos desaparecen, no contestan mensajes, llamadas...les perdemos el rastro. Utilizando métodos identificables de pago y plataformas seguras, es difícil que tengamos este problema. Por otro lado, hay un montón de estafadores, o chantas, buscando que les compremos su método infalible de trading o su servicio de alertas, o tantas otras “propuestas de inversión”. Utilizan las redes sociales, publican muchas cosas, y puede ser que nos sintamos tentados a aprender de ellos. No es que se trate tan abiertamente de una estafa, ya que nos dan lo que nos prometieron, pero esto termina siendo algo caro que realmente no lo vale, o no sirve. Lo cual es prácticamente igual que en el primer caso. Muchos de estos no obtienen grandes ganancias por su propio método… sino por lo caro que lo venden, y por la gran cantidad de “pichones” que logran “cazar”. Estos estafadores tienen 6 características:

 

  • Apariencia de exitosos

¿Qué imagen le viene a la mente cuando alguien le muestra que está manejando una Ferrari, un Porsche, o una Lamborghini? ¿O que esta semana está cenando enfrente del río Sena, en París, con la torre Eiffel de fondo, a las dos semanas está en unas espectaculares playas en Bora Bora, en la Polinesia...y luego vuelve a su mansión en Miami Beach? Que se trata de alguien muy exitoso.

 

Para estas personas es muy importante la apariencia, ya que uno inevitablemente desea tener esas cosas. Entonces, ¿Quién mejor que ellos mismos para enseñarnos?

 

¿Cómo lo hacen? ¿Recurren al popular software Adobe Photoshop para trucar las imágenes? Puede ser. Pero en muchos casos esto termina notándose, así que recurren a fotos verdaderas. No hace falta tener todas estas posesiones ostentosas…sólo basta con alquilarlas. Y si son varios estafadores juntos, pueden alquilar un día un auto, otro día otro, luego la mansión…y tener todo un álbum espectacular de fotos de gente ostentosa.

 

En ocasiones organizan eventos…cenas en hoteles caros, fiestas, hasta a veces reclutan famosos. Todo esto da resultado ya que como humanos tenemos la lamentable pero inevitable tendencia a fijarnos en las apariencias. Si alguien invierte mucho dinero en impresionarnos, es probable que lo logre…y una vez que alguien nos impresiona, es todavía más probable que confiemos más en él que en nuestro propio conocimiento. Y ahí es donde, al igual que un pez, mordemos la carnada, y dejamos de ser un pez para pasar a ser un pescado.

 

  • Ofrecen rentabilidades espectaculares, garantizadas

Los sistemas que ofrecen están garantizados, no fallan nunca. Son seguros. Hasta puede que haya testimonios de gente con billetes en la mano, o mostrando sus cheques, queriendo demostrar que es posible ganar…¿Cómo podemos ser tan tontos de no aceptar?

 

Además, las ganancias son muy tentadoras. Imagínese, como ofrecía Ponzi, un 50% en tres meses. Aún en un país con inflación como el nuestro suena tentador…en aquel entonces no había casi inflación en Estados Unidos así que era algo impresionante…mucha gente hipotecaba su casa, vendía todo lo que tenía por la codicia de ganar más.

 

Ahora bien, enfrentémonos a la dura realidad. Suponiendo que usted, querido lector, encuentra un negocio extremadamente fabuloso, que promete ganar mucho dinero en poco tiempo…¿Lo compartiría conmigo, sabiendo que podría llegar a copiárselo? Seguramente, no. Ganaría todo el dinero que pudiera y a lo sumo lo compartiría con alguien cercano…pero si todo el mundo lo sabe, la ganancia se reduciría a una mínima expresión.

 

Por otro lado, las grandes ganancias vienen de la mano de la incertidumbre. ¿Sabían los primeros inversores de Microsoft, Apple, Amazon, Facebook o Google que sus negocios serían un éxito? Claro que no, lo hicieron bajo su propio riesgo. Fueron negocios extremadamente rentables, pero atados a la incertidumbre. Tal vez, y es muy probable, que hayan invertido en otras empresas que prometían igual pero con el tiempo fracasaron. 

 

Por otro lado, hay un pocos “negocios” que sí ofrecen certidumbre. Por ejemplo, un plazo fijo. Uno deposita dinero a 30 días, el banco le dice que la tasa será del tanto por ciento, y probablemente le diga cuánto obtendrá al final del plazo. Así de simple, tiene una herramienta que le da certidumbre absoluta: sabe el cuándo y el cuánto.  Pero, claro está: la rentabilidad de estos suele ser muy pobre.

 

Para tomar como referencia. Si recordamos las ganancias del inversor más exitoso de la historia, Warren Buffet, que fueron del 20,3% anual compuesto. ¿Puede alguien obtener de manera sostenida ganancias superiores a las que él obtuvo? Deberíamos conocerlos a todos y encontrarlos en la revista Forbes como los más ricos, ¿No le parece?

Por lo tanto, si nos ofrecen rentabilidades altas y garantizadas, ¡Desconfíe!

 

  • Métodos propios

Es muy común leer frases como que el 95% de los traders fallan excepto lo que aplican este método infalible. Por lo tanto, uno debe comprarles su método lo antes posible. El problema de estos métodos es que no solo que no funcionan, sino que cuando los compramos, los probamos y no nos funcionan…¡Es por nuestra culpa! Y ahí aparece el estafador de vuelta, diciéndonos que claro, con el curso básico no alcanza, o que lo aplicamos mal…para poder ser más habilidoso tenemos que comprar el plan medio, avanzado, o su servicio de alertas…y para cuando ya gastamos una montaña de dinero nos dimos cuenta de que nada de lo que compramos servía para nada.

 

  • Habla compleja, difícil de entenderles.

Esta es la señal más fácil de detectar. Se trata de charlatanes que buscan enredarnos con palabras sin sentido. Si entras en una discusión con ellos, van a escribir tan largo que uno se va a sentir abrumado siquiera de leerlos. Y siempre son genios, los mejores del universo…como no tienen nada detrás, se basan en su propio ego, por eso, todos los que los critican son envidiosos. Y aparte, parece que disfrutan de andar discutiendo en las redes sociales...como si tuviera sentido perder el tiempo en eso.

 

Como seres humanos, parece que a veces nos gusta jugar a la difícil. Preferimos métodos complejos, teniendo un método tan simple como el análisis fundamental que nos dice “Si la empresa A vale 10 y sale 5, comprala. Si es al revés, vendela”. Si partimos de esa base, nos vamos a dar cuenta que no puede haber grandes ciencias misteriosas. Es verdad, hay que trabajar para entenderlo, pero no es algo imposible.

 

Siga a las personas que escriban desde la humildad, que hablen de sus errores más que de sus aciertos. Si alguien vende una imagen de sabiduría absoluta, es probable que en realidad haya incertidumbre en su interior.
  • Para ganar, hay que reclutar

Cuando nos inscribimos en esta clase de servicios, puede ser que nos demos cuenta que sí obtenemos ganancias, pero que estas son simplemente ínfimas, no justifican el tiempo que le dedicamos. Entonces, nuestro “inversor” nos dice que para obtener ganancias en serio hay que reclutar, así obtenemos ganancias de parte de ellos. Muchas veces, no se trata de una estafa propiamente dicha, ya que hay empresas que utilizan estos sistemas en vez de tanta publicidad para promocionar sus productos. Y las ganancias son reales, ya que se venden estos productos. Pero hay que estar atentos. Muchas veces tienen precios extremadamente caros y se vuelve muy difícil venderlos. O, por otro lado, nos exigen lo que menciona el punto siguiente.

 

  • Para trabajar, hay que pagar

Muchas veces vamos a una oferta de trabajo para supuestamente trabajar de vendedores para cierta compañía. Pero cuando nos damos cuenta de lo que nos ofrecen, nos damos cuenta que no es así. Aparte de tener que reclutar o sumar gente, tenemos que comprar nuestro equipo de vendedor, o kit, lo que fuere. Por lo tanto, la empresa ya obtiene un beneficio con nosotros, ya que le tenemos que comprar el producto. Y luego intentar revendérselo a alguien. Puede ser que aparezcan testimonios de personas que ganaron dinero al comprar y luego revender, pero muchas veces son otros que cayeron en la trampa y buscan dinero para revertir sus pérdidas.

 

En conclusión, hay que estar muy atentos a la hora de pagar por un curso, servicio, o sistema de ventas, ya sea por internet o personal. Tenga en cuenta que es gente preparada, y no va a tener miedo en hacerla sentir como una tonta si usted rápidamente no acepta. Por otro lado, tenga en cuenta que no todos los servicios de capacitación son estafas. De ninguna manera. Simplemente, investigue bien por qué está pagando un servicio y qué le ofrece. Si le promete impartirle conocimientos sobre un tema específico, es algo lógico que nos cobren razonablemente si nos dan un buen servicio. Pero cuando empiezan a prometernos cosas como ganancias rápidas, seguras y un estilo de vida pomposo, no se olvidé lo que comenté en el capítulo pasado: “Ganancias pasadas no garantizan ganancias futuras”.