Educación financiera: conceptos básicos de finanzas personales y el origen del dinero
En esta lección vamos a ver conceptos básicos de dinero y finanzas personales. ¿Qué es el dinero? ¿Para qué ahorrar? ¿Con qué herramientas contamos para hacerlo?
Por Mario Capeluto
Inversor y escritor de las obras “El Inversor de Bolsillo argentino” y “El Inversor de Bolsillo Dos – Invirtiendo cómo los que saben”
Este artículo es el primero de una serie que se irán publicando con lecciones básicas para poder aprender finanzas. Podés encontrar el curso también en elinversordebolsillo.com.ar. En esta lección vamos a ver conceptos básicos de dinero y finanzas personales. ¿Qué es el dinero? ¿Para qué ahorrar? ¿Con qué herramientas contamos para hacerlo?
¿Qué es el dinero y cómo se define su valor?
El dinero es algo que usamos todos los días, pero pocas veces nos detenemos a pensar qué es realmente. Es como el «lenguaje universal» que nos permite intercambiar cosas: bienes, servicios, tiempo y esfuerzo. Pero ¿Qué lo hace tan especial? ¿Por qué confiamos en él? Vamos a explicarlo de manera sencilla y sin complicaciones.
¿Qué es el dinero?
El dinero es una herramienta que usamos para hacer intercambios. En lugar de andar con una vaca para cambiarla por una tele (lo que sería bastante incómodo), usamos dinero como un intermediario. Así, el dinero cumple tres funciones principales:
- Sirve para comprar cosas. Lo usamos para pagar bienes (como ropa o comida) y servicios (como un corte de pelo).
- Permite guardar valor. Si trabajás hoy y ganás plata, podés guardarla para usarla mañana o en un año.
- Es una unidad de medida. Nos ayuda a ponerle precio a todo. Por ejemplo, sabemos cuánto vale una pizza porque su precio está en pesos, dólares, euros, etc.
El dinero no siempre fue como lo conocemos hoy
Hace miles de años, no existía el dinero. Las personas hacían trueque: cambiaban una cosa por otra. Por ejemplo, si tenías muchas gallinas y querías pan, buscabas a alguien con pan que quisiera gallinas.
El problema era que no siempre coincidían los intereses. ¿Qué pasaba si el panadero no necesitaba gallinas? Acá es donde apareció el dinero, primero como objetos valiosos (oro, plata, caracoles) y, más adelante, como monedas y billetes.
Hoy en día, la mayoría del dinero ni siquiera es físico. Es digital, como el que tenemos en nuestras cuentas bancarias o billeteras virtuales.
¿De dónde viene el valor del dinero?
Acá viene la parte más interesante: el dinero, por sí mismo, no tiene valor real. Un billete es solo un pedazo de papel con dibujos y números. Entonces, ¿por qué lo aceptamos como algo valioso? Hay dos razones principales:
- Confianza. Creemos en el valor del dinero porque sabemos que otras personas también lo aceptan. Si voy al supermercado con $100, sé que el cajero me los va a aceptar porque todos confiamos en ese sistema.
- Respaldo del gobierno. Los billetes y monedas son emitidos por un banco central (en Argentina, el Banco Central de la República Argentina) y están respaldados por las leyes del país.
El valor del dinero también puede depender de cosas como la oferta y la demanda. Si hay mucho dinero circulando, puede perder valor (esto se llama inflación). Si hay poco, puede ganar valor.
El dinero no siempre tiene el mismo valor
El valor del dinero cambia con el tiempo y depende de la economía de cada país. Por ejemplo:
- Si imprimen demasiados billetes, cada uno vale menos, porque hay mucho circulando (como cuando hay demasiados jugadores en un equipo de fútbol y no todos pueden jugar).
- Si la economía es estable y la gente confía en el gobierno, el dinero suele mantener su valor.
Un ejemplo simple: en Argentina, el peso históricamente perdió valor rápido por la inflación. Por eso, mucha gente elige ahorrar en dólares, que es una moneda más estable.
¿Qué podés hacer con esta información?
Entender qué es el dinero y cómo funciona te ayuda a tomar mejores decisiones. Por ejemplo:
- Ahorrar. Guardar dinero es importante, pero también conviene pensar dónde lo hacés (en un banco, en dólares, invirtiendo).
- Invertir. Si tenés un poco de dinero extra, podés hacerlo trabajar para vos en vez de que pierda valor por la inflación.
El dinero no es mágico. Es una herramienta creada por las personas para simplificar la vida. Entenderlo bien puede cambiar cómo lo usás y cuánto valor le das.
Diferentes enfoques de ahorro: corto y largo plazo
Ahorrar es una de las mejores decisiones que podés tomar con tu dinero. Es como plantar una semilla: podés elegir una planta que crezca rápido o un árbol que tarde más, pero que dure muchos años. Dependiendo de lo que quieras lograr, existen dos tipos de ahorro: a corto plazo y a largo plazo. Vamos a explicarlo de manera sencilla.
¿Qué significa ahorrar a corto plazo?
El ahorro a corto plazo es guardar dinero para algo que vas a necesitar pronto, como en los próximos meses o un año.
Por ejemplo, podés ahorrar a corto plazo para:
- Comprar un celular nuevo.
- Pagar unas vacaciones.
- Tener un fondo para emergencias, como reparar el auto o cubrir gastos médicos inesperados.
Ahorrar a corto plazo significa elegir lugares donde el dinero esté seguro y accesible rápidamente. Algunas opciones son:
- Guardarlo en una cuenta bancaria.
- Usar una billetera virtual.
- Invertir en algo de bajo riesgo que te permita retirarlo fácilmente, como un plazo fijo tradicional o fondos comunes de inversión de bajo riesgo.
Este tipo de ahorro es práctico porque podés usarlo rápido si surge algo inesperado.
¿Qué significa ahorrar a largo plazo?
El ahorro a largo plazo es guardar dinero para cumplir objetivos importantes que van a tardar varios años. Es como construir algo grande, paso a paso, con paciencia.
Algunos ejemplos de ahorro a largo plazo son:
- Comprar tu primera casa o departamento.
- Asegurar una buena educación para tus hijos.
- Ahorrar para tu jubilación.
En este caso, podés buscar opciones que permitan que tu dinero crezca con el tiempo. Algunas ideas son:
- Inversiones en la bolsa.
- Fondos de inversión de mediano o alto rendimiento.
- Plazos fijos que te ofrezcan mejores tasas por no retirar el dinero por un buen tiempo.
Este tipo de ahorro requiere paciencia, pero puede generar más beneficios porque tu dinero «trabaja» para vos mientras pasa el tiempo.
¿Cómo elegir el enfoque correcto?
Todo depende de tus metas. Pensá qué querés lograr con tu dinero y cuánto tiempo tenés para hacerlo.
Si necesitás plata rápido, como para una emergencia o algo importante, entonces el ahorro a corto plazo es lo mejor para vos. En cambio, si tu meta es grande y requiere tiempo, el ahorro a largo plazo es la opción ideal.
Lo ideal es combinar ambos enfoques. Podés tener una parte del dinero para objetivos inmediatos y otra para sueños más grandes. Así, te asegurás de estar preparado para todo.
El secreto del éxito al ahorrar
La clave está en la constancia. No importa si ahorrás poco o mucho, lo importante es hacerlo seguido. Con el tiempo, cada peso que ahorrás se suma al anterior y te acerca a tus metas.
Ahorrar no tiene que ser complicado ni un sacrificio enorme. Es simplemente tomar decisiones inteligentes para que tu dinero te ayude a construir el futuro que querés.
Herramientas para controlar tus gastos personales
Controlar los gastos personales es como tener un mapa para no perderse en un viaje. Si sabes hacia dónde vas y qué camino tomar, te aseguras de no quedarte sin dinero antes de tiempo. Vamos a ver algunas herramientas sencillas que podés usar para gestionar mejor tu plata y no quedarte en números rojos.
1. Hacer un presupuesto
Un presupuesto es simplemente un listado de tus ingresos (dinero que ganás) y tus egresos (dinero que gastás). Hacerlo te ayuda a saber exactamente cuánto dinero tenés disponible para gastar y cuánto necesitas ahorrar.
¿Cómo hacerlo?
- Paso 1: Escribí cuánto ganás al mes (tu sueldo, tu dinero extra, etc.).
- Paso 2: Anotá todos tus gastos, como alquiler, comida, transporte, entretenimiento, etc.
- Paso 3: Resta tus gastos de tus ingresos. Si te queda algo de plata, ¡buenísimo! Eso podés ahorrarlo o invertirlo. Si gastás más de lo que ganás, vas a necesitar reducir algunos gastos.
2. Usar una app de control de gastos
Hoy en día, existen muchas apps que podés usar para controlar tus gastos de manera fácil y rápida. Estas aplicaciones te permiten registrar todo lo que gastás y te muestran si estás gastando más de lo que deberías.
Algunas apps populares son:
- Fintonic. Te muestra un resumen de tus gastos y te avisa si hay algo raro.
- Monefy. Es muy simple de usar, solo tenés que agregar lo que gastás y la app lo organiza por categorías.
- Spendee. También organiza tus gastos en categorías y te muestra gráficos para que entiendas mejor cómo estás gastando.
3. Tener una cuenta bancaria separada para ahorrar
Una forma de controlar tus gastos es separar el dinero que no vas a usar inmediatamente, para que no lo gastes sin querer. Podés abrir una cuenta de ahorro o simplemente usar una cuenta distinta para separar la plata que quieras reservar.
De esta manera, solo usás la plata que tenés en la cuenta principal para gastos diarios y, cuando lo necesites, podés transferir lo que ahorraste a tu cuenta principal.
4. Anotar tus gastos en un cuaderno o en una hoja de cálculo
Si no te gustan las apps, siempre podés hacerlo de manera manual. Tené un cuaderno o una hoja de cálculo (como Excel) para anotar todo lo que gastás. Asegurate de hacerlo todos los días para no olvidar ningún gasto. Por ejemplo, podés tener una columna para cada tipo de gasto: Comida, Transporte, Entretenimiento, Ropa.
5. Establecer metas de ahorro
Tener un objetivo claro te ayudará a ahorrar más. Si sabes que necesitas ahorrar para unas vacaciones o para un fondo de emergencia, será más fácil controlar tus gastos. Podés escribir esas metas y revisarlas cada mes para ver cómo vas.
6. Revisar tus gastos regularmente
Es importante revisar tus gastos de vez en cuando para ver si estás cumpliendo con tu presupuesto. Si te das cuenta de que estás gastando de más en algo que no es necesario, podés cambiarlo. Por ejemplo, si estás comprando muchos cafés o saliendo a comer fuera, podrías intentar reducir esos gastos.
7. Evitar las compras impulsivas
Una de las mejores formas de controlar tus gastos es pensar antes de comprar. Si tenés algo en mente, esperá al menos un día para decidir si realmente lo necesitas. A veces, las compras impulsivas pueden sumar mucho plata sin que te des cuenta.