Plazos fijos al alza: Caputo sube las tasas para frenar el dólar, pero el plan tiene riesgos
La tasa de los plazos fijos ya rinde el doble que la inflación mensual. El Gobierno quiere que los pesos no se escapen al dólar, pero la estrategia, que ya se probó en otras épocas, puede traer efectos secundarios.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
La estrategia monetaria de Luis Caputo sacudió al mercado: los plazos fijos pagan más que la inflación. Hoy la Tasa Nominal Anual (TNA) llega al 36% en el Banco Provincia de Tierra del Fuego, lo que implica un rendimiento mensual del 3%, casi el doble del último dato de inflación de junio (1,6%).
El mensaje es claro: el Gobierno quiere que los pesos se queden quietos en el banco y no corran detrás del dólar.
Pero esta política choca con las recomendaciones del FMI. En un documento de 2020, el organismo sugería que las tasas bajas o incluso negativas podían ayudar a reactivar la economía, porque abaratan el crédito y empujan el consumo. En cambio, tasas altas como las actuales buscan otra cosa: enfriar el mercado, sacar pesos de circulación y frenar la presión sobre el dólar.
¿Qué puede pasar en el futuro?
El Gobierno apuesta a que el atractivo del plazo fijo frene la dolarización. Pero esta película ya la vimos en otras épocas. Durante el plan de la "tablita" de Martínez de Hoz en los 70 o en la previa de la Convertibilidad en los 90, la suba fuerte de tasas ayudó a contener el dólar a corto plazo… hasta que la economía real empezó a mostrar las consecuencias.
Tasas tan altas suelen tener dos efectos: por un lado, le dan aire al Gobierno porque los pesos se quedan inmovilizados en el sistema financiero. Pero por otro, encarecen el crédito para las empresas y frenan la actividad, algo que puede derivar en recesión si se mantiene mucho tiempo. Además, tarde o temprano los intereses generados se acumulan y el costo de pagar esos pasivos se vuelve inmanejable: es lo que pasó con las Lebac en 2018, cuando el sistema se dio vuelta y la corrida cambiaria terminó con una devaluación fuerte.
Por ahora, Caputo parece priorizar la estabilidad cambiaria por sobre el crecimiento. La lógica es que, si se estabiliza el dólar y baja la inflación, después habrá espacio para bajar las tasas. El riesgo es que, si el mercado empieza a desconfiar, la salida de los plazos fijos puede ser explosiva.
Si la estrategia logra sostener el valor del peso y la inflación sigue bajando, el Gobierno podría tener margen para ir reduciendo de a poco las tasas y normalizar el crédito. Pero si se prolonga demasiado, la economía real puede resentirse. En Argentina, las experiencias pasadas muestran que el ajuste monetario extremo es difícil de sostener: llega un punto en el que el mercado empieza a buscar una salida al dólar, aunque el plazo fijo rinda más.
Por ahora, el plan cumple su objetivo inmediato: darle un premio al ahorrista y evitar que los pesos vayan al mercado cambiario. La pregunta es cuánto tiempo puede aguantar el Gobierno sin que aparezcan las tensiones conocidas de otras crisis.
En la calle, la gente respira aliviada porque el dólar está quieto. Pero los economistas ya marcan la línea roja: tasas altas y economía frenada pueden ser una bomba de tiempo si no se baja la inflación rápido.