Las pymes, un motor que le economía argentina necesita rectificar para reanudar su marcha
Las pequeñas y medianas empresas representan el 90% de las empresas en el mundo y llegaron a ser más del 95% del tejido empresarial argentino, generando el casi 70% del empleo formal. Hoy, ese número está en caída y es necesario recuperarlo.
Por Daniel Adler
Coach en Educación Financiera y Mentoría. CEO de Provalores.
Las pequeñas y medianas empresas, integrada por el universo de emprendimientos de hasta 200 personas, son el motor de la economía. La frase, tan reiterada que parece cliché, tiene plena vigencia y los números la avalan: el 90% del mundo basa su economía en pymes y mipymes, que generan el 70% del empleo formal y casi la mitad del Producto Bruto Interno (PBI) mundial.
En la Argentina de los 182 tipos diferentes de planes de asistencia social y que imprime 4.200 millones de pesos diarios para financiar Tarjeta Alimentar y el Potenciar Trabajo, las pymes siguen siendo las principales impulsoras de empleo. ¿Cuánto más lo serían si esa ayuda monetaria se trasladara a la pequeña y mediana empresa?
De los 16.2 millones de receptores de planes sociales y casi 27 millones de argentinos que reciben algún tipo de asistencia del estado, incluyendo jubilados y pensionados, ¿Cuánto podrían ser incluidos formalmente en la economía si hubiese más financiamiento, a tasas asequibles, para las empresas?.
Argentina tiene un tercio de las pymes radicadas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), conformada por la Ciudad Autónoma y 40 municipios adyacentes, que buscan competir por segmentos de consumo cada vez más golpeados por la escalada de precios. Esta localización, también, conspira contra el crecimiento de las economías regionales, que tienen cada vez menos margen de maniobra para colocar sus productos en el mercado interno y pocas chances de exportar.
Según datos de la Jefatura de Gabinete de la Nación, 3.389.900 trabajan en la administración pública. Esto representa un tercio de los casi 14 millones de individuos que integran la población económicamente activa (que incluye a casi un millón de desocupados), número surgido del informe del segundo trimestre de 2023 de la Encuesta Permanente de Hogares sobre el mercado de trabajo en el país. Poniendo a las pymes a la cabeza de la generación de empleo, como lo ha sido históricamente, esta situación podría ser revertida.
La inflación, la falta de técnicas y estrategias para potenciar a los trabajadores no con planes sociales sino con herramientas que le ayuden a producir y canales de exportación, influyen en forma clara en la decreciente situación socioeconómica y cultural del país.
La realidad también marca otro dato preocupante: en los últimos años se perdió el 3% del parque industrial pyme nacional y solo una de cada diez sobrevive a los primeros cinco años desde su creación. Además, el sector que emplea hasta 50 personas está siendo fuertemente golpeado,
principalmente por una baja en la competitividad, producto de la depresión del mercado, el aumento de costos y la imposibilidad de acceder a los dólares para la adquisición de los insumos básicos para continuar con la rueda productiva.
Conflictividad laboral
Los incentivos otorgados por el Estado ponen en jaque al pequeño y mediano empresario, que se ve en la obligación de cumplir con un gasto que no estaba planificado y para el cual tampoco tiene asistencia. En un país en donde los bancos sólo le prestan a quien puede demostrar que no lo
necesita, eso contribuye al desaliento de quienes quieren sostener su empresa y a sus empleados, además de a quien requiere de un capital inicial a una tasa baja y a un plazo largo de pago para iniciar su emprendimiento.
Ningún dueño de pyme quiere conflictos laborales ni mucho menos llegar al despido de un empleado: eso le significaría –en el mejor de los casos- un agujero negro en su economía, cuando no causal de quiebra por los costos que un juicio laboral podría significarle.
Es necesario que el Estado genera nuevas herramientas para sostener y generar nuevas empresas, que el esfuerzo puesto en planes sociales se transforme políticas que propicien el trabajo formal a través de emprendimientos, nuevos o ya existentes.
El sector agropecuario, la posibilidad de trabajar y exportar con valor agregado el litio del norte argentino, las posibilidades que ofrece para el sector energético Vaca Muerta y el ingenio nacional para transformar ideas en productos exportables, requiere de una política presente y una economía saneada, capaz de incentivar a las personas a continuar con lo emprendido, pero también a explorar nuevos horizontes productivos.