El Gobierno volvió a colocar deuda en dólares y consiguió u$s1.000 millones tras ocho años fuera del mercado

La emisión del nuevo Bonar 2029N tuvo una fuerte demanda y permitió cubrir casi todos los vencimientos de enero. La licitación marcó el regreso del país al financiamiento en moneda extranjera bajo ley local.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 0 horas

Después de casi ocho años sin poder asomarse al mercado de deuda en dólares, la Argentina volvió a tocar la puerta de los inversores y obtuvo u$s1.000 millones con la colocación del Bonar 2029N, un título a cuatro años emitido bajo legislación local y con un cupón del 6,5%. El precio de corte dejó un rendimiento final del 9,26% anual, apenas por encima de lo que esperaba el equipo económico.

 

La licitación despertó un interés considerable: llegaron ofertas por más de u$s1.400 millones de parte de unos 2.500 inversores, un número que el Gobierno atribuye en parte a los incentivos regulatorios anunciados en los últimos días. Con un precio de u$s91 por cada lámina de 100, el Tesoro terminó captando u$s910 millones netos, monto que prácticamente cubre los pagos de los Bonares 2029 y 2030 que vencen en enero.

 

En Economía destacaron que el rendimiento quedó con un diferencial de 550 puntos básicos respecto a los bonos del Tesoro de EE.UU. de duración similar, y señalaron que el diseño del bono —que se paga íntegro al vencimiento— fue uno de los factores que despertó atractivo entre los participantes.

 

Más allá de los detalles financieros, la operación marca un paso importante: la vuelta a una colocación pura en dólares sin recurrir a reservas del Banco Central. Para el Gobierno es un punto de partida para evaluar hasta dónde puede avanzar en nuevas emisiones y cómo se irá rearmando la relación con los mercados después de años de aislamiento.

Los fondos obtenidos servirán para enfrentar parte de los vencimientos inmediatos de deuda en moneda extranjera. Solo en enero, el Tesoro debe afrontar casi u$s1.200 millones de los Bonares, a los que se suman otros compromisos por alrededor de u$s3.300 millones a resolver más adelante.

 

La emisión también funcionó como un test sobre la capacidad del Estado de volver a tomar financiamiento sin la necesidad de engrosar previamente el nivel de reservas. El Gobierno considera este movimiento como un paso inicial dentro de una estrategia más amplia para normalizar su presencia en el mercado en dólares.

 

En paralelo, la Secretaría de Finanzas continúa monitoreando la curva de bonos bajo legislación local para calibrar próximas medidas y evaluar qué espacio queda disponible para nuevas operaciones. El objetivo oficial es mantener una hoja de ruta ordenada que permita ir administrando los próximos vencimientos sin sobresaltos.

 

De cara a los próximos meses, la expectativa es que esta licitación sirva como señal de mayor estabilidad en el frente financiero. En el Palacio de Hacienda sostienen que el resultado ayuda a despejar una parte del calendario de pagos y permite seguir avanzando con una estrategia de financiamiento más sostenida en el tiempo.

 

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