El BCRA mete presión y reflota la “Banca Simons”: una vieja idea de Milei
Con la suba de encajes al 53,5%, se busca enfriar la plaza de pesos, contener el dólar y, de paso, garantizar financiamiento para el Tesoro. ¿Qué es la idea mileista de la Banca Simons?
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El Banco Central volvió a apretar el torniquete. Desde el 1° de septiembre, más de la mitad de la plata que los argentinos depositan en los bancos va a quedar guardada, inmóvil, sin posibilidad de usarse para préstamos o inversiones. En criollo: de cada 100 pesos que entran, 53,5 tienen que quedar quietos. Se trata del nivel más alto en 32 años, algo que no se veía desde la era Cavallo y los primeros años de la convertibilidad.
La decisión cayó pesada en el sistema financiero, que esperaba algún gesto de alivio y no un nuevo endurecimiento. Según cuentan desde las mesas, las charlas con el Gobierno venían con promesas de cierta flexibilidad. Pero en la práctica, el Central les abrió la canilla apenas un poquito: les permite que una porción de esos fondos inmovilizados se destine a comprar títulos públicos. ¿Traducción? Los bancos pueden sacarle algo de jugo a esa plata en lugar de dejarla “a tasa cero”.
Igual, esa “concesión” fue mínima y generó bronca. “Antes te pedían por teléfono que compraras deuda. Ahora te ponen una norma que directamente te obliga”, se quejaron varios banqueros. En otro banco grande lo pintaron más claro: “La prioridad del Gobierno es tener el dólar tranquilo, aunque eso implique frenar la actividad. El costo real se va a ver en unos meses”.
Hoy, nadie cree seriamente que la Argentina vaya a implementar eso, pero el aumento de encajes hace que el recuerdo vuelva a escena. En el sector dicen que el esquema actual podría durar hasta octubre, es decir, hasta después de las elecciones. La apuesta oficial está clara: bancar el dólar con tasas altas y una montaña de pesos encerrados, esperando que un buen resultado en las urnas genere confianza y permita bajar un cambio sin que todo vuele por los aires.
Por ahora, la economía camina en puntas de pie. El Gobierno sostiene el tipo de cambio con tasas altísimas, y confía en que el humor político acompañe. Si la apuesta sale mal, el riesgo es que la actividad se siga apagando y que la dolarización vuelva a acelerar.
El gran interrogante es qué pasa después de octubre. Si Milei logra un triunfo cómodo, tal vez tenga margen para aflojar y redibujar el esquema monetario. Pero si la elección deja dudas o el frente político se complica, el Central no tendrá muchas más cartas: el cepo, los encajes y las tasas seguirán siendo los únicos salvavidas para una economía que cada vez nada con menos oxígeno.