Argentina registra un récord de importaciones de carne brasileña pese al fuerte consumo local

En lo que va del 2025, las compras de carne vacuna brasileña se multiplicaron por 40, marcando un récord histórico. Aun así, el volumen sigue siendo chico frente a la producción local. 

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 0 horas

En la primera mitad del 2025, Argentina metió un récord inesperado: importó un promedio mensual de 1.033 toneladas de carne vacuna desde Brasil, lo que representa un salto monumental frente a las 24 toneladas mensuales del mismo período del año pasado. Es la cifra más alta para un primer semestre desde que hay registros (1997) y el mayor número desde 2019.

 

Ahora bien, antes de que salten las alarmas en las parrillas, hay que aclarar que no estamos hablando de una invasión brasileña de carne. La producción local sigue siendo gigantesca, con unas 250.000 toneladas por mes, lo que pone en perspectiva lo que llega de afuera. Como explicó Fernando Herrera, de la Asociación de Productores Exportadores (APEA), “en 2025 se están importando 1.000 toneladas por mes. No es un problema para la producción nacional”.

 

Más allá del número récord, hay un dato político que nadie quiere perder de vista: el precio del asado viene picante. En el AMBA, el valor subió un 53% interanual, muy por encima de la inflación general, que fue del 39%. Y con las elecciones legislativas de octubre a la vuelta de la esquina, el tema carne volvió al centro del ring económico y electoral.

 

¿Y por qué se importa más? Una de las claves está en el dólar oficial planchado: en torno a los $1.360, el tipo de cambio fuerte abarató las importaciones, lo que permite usar el ingreso de productos más baratos como una herramienta para ponerle un techo a los precios internos. Pero este juego tiene un costo: se resiente la balanza comercial justo cuando el Gobierno necesita sumar divisas y cumplir con el FMI.

Además, la Argentina no está sola en esto. Uruguay y Estados Unidos también importan carne, en general para abastecer segmentos industriales o de bajo costo. Y según Herrera, “si a alguna industria le conviene importar carne barata, que lo haga… No hay que quedarse con la idea de que Argentina no puede importar carne”.

 

El contexto internacional también mete presión. Estados Unidos volvió a aplicar un arancel del 50% a la carne brasileña, lo que puede redireccionar esa oferta hacia China, bajando los precios globales y complicando la competitividad argentina. En ese marco, Diego Ponti, analista del grupo AZ, explicó que “como Argentina se ha vuelto más cara en dólares, se abrió la puerta para importar carne brasileña a precios competitivos”, aunque aclaró que se trata de “volúmenes muy pequeños y operaciones puntuales, en general de frigoríficos que operan a ambos lados de la frontera”.

 

Si bien la palabra "récord" llama la atención, no hay riesgo de que el asado nacional quede desplazado por la picanha brasileña. Las importaciones siguen siendo un fenómeno puntual, funcional al contexto económico y a la estrategia oficial de enfriar los precios sin tocar el termómetro del consumo.

 

Lo que sí está claro es que la apertura comercial y el dólar fuerte están forzando a repensar el modelo. Con un consumidor cada vez más sensible al precio y un mercado internacional en movimiento, la cadena de la carne argentina enfrenta desafíos nuevos. No es el fin del asado, pero tal vez sea el principio de una nueva receta

 

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