Marca personal en tiempos de crisis: activar el valor propio cuando todo tiembla

Los momentos de crisis activan un estado de alerta que, lejos de ser únicamente negativo, puede funcionar como impulsor del cambio y la creatividad.

Por Soledad Depresbítero

Relacionista pública experta en marca personal

 

 

En contextos de crisis (económica, laboral o social), se impone una narrativa de escasez. El “no hay” se vuelve omnipresente: no hay trabajo, no hay oportunidades, no hay espacio para lo nuevo. Sin embargo, esa misma inestabilidad puede convertirse en catalizadora de reinvención. Desde la psicología cognitiva se sostiene que los momentos de crisis activan un estado de alerta que, lejos de ser únicamente negativo, puede funcionar como impulsor del cambio y la creatividad.

 


Richard Lazarus y Susan Folkman, investigadores clave en el estudio del estrés y la adaptación, introdujeron el concepto de appraisal, un proceso mediante el cual las personas evalúan si una situación representa una amenaza o un desafío. Esta evaluación subjetiva determina si se genera una respuesta paralizante o una acción orientada al crecimiento. En el terreno de la marca personal, esta distinción resulta fundamental: quienes interpretan la crisis como un desafío encuentran nuevas formas de poner en valor sus habilidades y de generar oportunidades que antes no existían.

 


Según el Informe Global de Habilidades de LinkedIn, en los últimos años las habilidades blandas como la comunicación, la adaptabilidad y el liderazgo pasaron a ser más valoradas que muchas competencias técnicas. Esta tendencia evidencia que, en tiempos de cambio, el capital simbólico de una persona - es decir, cómo comunica lo que sabe hacer y el valor que puede aportar - resulta crucial para su inserción y proyección laboral.

 


La psicología del aprendizaje también aporta datos alentadores. La neuroplasticidad, tal como la describe el psiquiatra Norman Doidge, demuestra que el cerebro tiene la capacidad de reconfigurarse y aprender a lo largo de toda la vida. Esto implica que reinventarse profesionalmente no es solo un eslogan motivacional, sino una posibilidad concreta desde el punto de vista biológico. Incluso en escenarios adversos, es posible desarrollar nuevas habilidades, adquirir competencias digitales o rediseñar propuestas personales para adaptarse a nuevas demandas.

 


Casos cotidianos dan cuenta de esta dinámica: una chef que transforma su saber culinario en contenido audiovisual para redes, una docente que ofrece talleres online de escritura creativa, un diseñador gráfico que reconvierte su mirada estética en consultoría de marca. En todos estos ejemplos, el conocimiento preexistente se resignifica y encuentra nuevos canales de expresión.

 


Desde la psicología social, el concepto de autoeficacia, propuesto por Albert Bandura, resulta clave. Se trata de la creencia en la propia capacidad para alcanzar objetivos. Este convencimiento, validado por décadas de investigación empírica, influye directamente en el comportamiento y en los resultados obtenidos. Una persona que confía en su potencial está más predispuesta a actuar, perseverar y buscar alternativas incluso en entornos restrictivos.

 


La marca personal, en este contexto, deja de ser una herramienta exclusiva para la autopromoción. Se convierte en una estrategia de visibilización, de posicionamiento y, sobre todo, de resiliencia. Permite transformar la falta en propuesta, la pausa en acción y el límite en creatividad. Construir una marca no es solo “mostrarse”: es hacerse cargo del propio recorrido, identificar el diferencial y encontrar formas nuevas de ponerlo al servicio de otros.

 


Frente a la tentación de rendirse ante el “no se puede”, se vuelve necesario volver a las preguntas centrales: ¿Qué valor singular puede ofrecerse en este momento? ¿Qué herramientas están disponibles? ¿Qué otros formatos pueden explorarse para dar a conocer una propuesta profesional? En esas preguntas habita la posibilidad de trazar un nuevo camino.

 


Porque aun en medio de la incertidumbre - y quizás precisamente por ella - la reinvención no solo es posible: es necesaria. Quienes logran detectar, comunicar y sostener su diferencial encuentran formas de crear oportunidades allí donde el contexto parecía cerrarlas.

 

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