La "fórmula del éxito" de las grandes tecnológicas se ve amenazada por la IA
Solo en el último ejercicio, las inversiones combinadas de estas compañías superaron los USD 380.000 millones, un salto sin comparación en su historia reciente.
Por Gonzalo Andrés Castillo
Redactor especialista en finanzas y mercado de capitales
Las grandes tecnológicas enfrentaron durante años un entorno donde podían invertir relativamente poco y generar beneficios extraordinarios, una fórmula que definió su ascenso y consolidó su dominio global. Sin embargo, la irrupción de la inteligencia artificial alteró por completo ese equilibrio histórico y obligó a empresas como Microsoft, Alphabet, Amazon y Meta a replantear sus prioridades financieras. El despliegue masivo de modelos avanzados, la carrera por chips especializados y la construcción de centros de datos de altísima capacidad dispararon el gasto de capital a niveles sin precedentes.
Solo en el último ejercicio, las inversiones combinadas de estas compañías superaron los USD 380.000 millones, un salto sin comparación en su historia reciente. Microsoft resulta uno de los ejemplos más claros: su relación entre gasto de capital e ingresos llegó al 25%, cuando hace una década esa cifra era un tercio. Este cambio la colocó en el grupo de empresas del S&P 500 más intensivas en inversión, un contraste marcado con su modelo tradicional apoyado en márgenes eficientes y amortización moderada de activos.
El problema para el sector es que este giro hacia la infraestructura pesada llegó acompañado de una creciente presión del mercado. Los inversores empezaron a cuestionar cuándo estas inversiones masivas se traducirían en retornos verificables, ya que la depreciación acelerada de los equipos y la incertidumbre sobre el ritmo de adopción de la IA generan dudas sobre la sostenibilidad del modelo. En algunos casos, como el de Meta, cualquier señal de lentitud en convertir ese gasto en ingresos derivó en castigos bursátiles severos.
Aun así, el sector conserva un margen de confianza. Las acciones de varias firmas líderes avanzaron en lo que va del año, apoyadas en la expectativa de que la IA se consolidará como el próximo gran motor de crecimiento global. Pero esa paciencia no es infinita: la lógica de “gastar poco, ganar mucho” ya no existe, y el mercado evalúa cada anuncio de inversión con un nivel de escrutinio que antes no era habitual.
La nueva etapa obliga a las big tech a demostrar que el esfuerzo financiero monumental detrás de la IA no solo garantiza su liderazgo tecnológico, sino también su rentabilidad futura. En un entorno competitivo y costoso, el margen de error se volvió más estrecho que nunca.
