Los demócratas siguen firmes y el cierre del gobierno de EE:UU se convierte en el más largo de la historia
A pesar de los intentos republicanos por destrabar la parálisis estatal, el Senado norteamericano cumplió 37 días sin acuerdo. Más de 750 mil empleados federales siguen sin cobrar y los aeropuertos se preparan para una reducción del 10% en los vuelos.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
En Washington no se mueve ni una hoja. El cierre del gobierno federal de Estados Unidos ya rompió todos los récords y, mientras los republicanos insisten en reabrir las agencias, los demócratas se mantienen firmes en su postura: primero se negocia la extensión de los subsidios de salud, después se habla de volver a la normalidad.
Este jueves, los senadores demócratas se encerraron durante casi dos horas en su segunda reunión a puertas cerradas en apenas dos días, mientras el país vive el día 37 del cierre más largo de la historia. La medida dejó a 750.000 empleados públicos sin sueldo, a miles más trabajando gratis y a millones de familias sin asistencia alimentaria ni programas sociales. Y como si fuera poco, los principales aeropuertos del país ya advierten que podrían recortar un 10% de los vuelos ante la falta de pago a los controladores aéreos.
Después de 14 votaciones fallidas sobre presupuestos temporarios, el Senado volverá a intentar un acuerdo este viernes. La idea es aprobar una propuesta “puente” que se modificaría más adelante para incluir un paquete de leyes bipartidarias que permitan reabrir agencias y financiar programas clave durante todo el año.
Del otro lado, el líder demócrata Chuck Schumer intentó ponerle buena cara al asunto: “Fue una reunión muy productiva”, aseguró. Pero no todos comparten el optimismo. “No sé qué tan productiva fue, sinceramente”, lanzó el senador John Fetterman, uno de los pocos demócratas que apoyan una reapertura inmediata del gobierno.
Los republicanos aseguran haber ofrecido un plan que combina un financiamiento parcial de corto plazo con un paquete de presupuestos anuales para agricultura, obras militares, veteranos y el Congreso. Además, proponen revertir parte de los despidos masivos ordenados por la Casa Blanca de Donald Trump y proteger los empleos federales ante nuevos recortes.
Del lado demócrata, la condición es clara: quieren garantías sobre la extensión de los subsidios federales de salud antes de levantar el cierre. “Tenemos que lograr un acuerdo que tenga apoyo amplio, y eso todavía no se cristalizó”, explicó el senador Gary Peters, que participa en las negociaciones bipartidarias.
En la Cámara de Representantes, las cosas no pintan mejor. El republicano Mike Johnson, presidente del cuerpo, fue tajante: “No prometo nada a nadie”. Sin ese compromiso, el panorama se complica, ya que cualquier acuerdo del Senado necesita pasar también por la Cámara baja antes de llegar al escritorio del presidente.
Algunos republicanos, como el senador Thom Tillis, creen que la Casa Blanca debería intervenir directamente para asegurar que los créditos fiscales vinculados al sistema de salud sean votados también en la Cámara. “Es una tarea legítima para el Ejecutivo”, dijo.
Aun si el Senado lograra cerrar un acuerdo esta semana, las agencias federales seguirían cerradas varios días más. Los líderes republicanos de la Cámara ya advirtieron que darán 48 horas de aviso antes de convocar a los legisladores y 72 horas para revisar cualquier propuesta antes de votarla.
Mientras tanto, los estadounidenses siguen sintiendo el impacto: oficinas públicas cerradas, servicios suspendidos y miles de familias esperando un sueldo que no llega. Y en los pasillos del Capitolio, cada día que pasa pesa más. El récord histórico del cierre no es solo un dato estadístico: es una muestra de hasta dónde puede llegar la política cuando la grieta se convierte en rutina.
