Intel tuvo uno de los mejores años en 2025, pero todavía le queda un largo camino por delante
Gran parte del entusiasmo bursátil también reflejó un interés por la posible reconstrucción de su negocio de fabricación de semiconductores.
Por Gonzalo Andrés Castillo
Redactor especialista en finanzas y mercado de capitales
En 2025, Intel vivió uno de sus años más dinámicos en mucho tiempo, con una subida significativa del precio de sus acciones que sorprendió a muchos inversores y analistas.
A pesar de que la firma tecnológica tradicionalmente ha tenido años complicados, sus títulos lograron un avance superior al 80% durante el año, superando incluso el rendimiento de varias grandes acciones tecnológicas conocidas como las “Magnificent Seven” y dejando atrás a competidores como AMD.
Este fuerte repunte se debió a una combinación de factores corporativos y macroeconómicos. Uno de los elementos más importantes fue el cambio de liderazgo: la llegada de Lip-Bu Tan como nuevo CEO revitalizó la percepción del mercado sobre la empresa, aportando un enfoque más agresivo en búsqueda de nuevos contratos, recorte de costos y alianzas estratégicas.
Además, Intel captó inversiones significativas, incluyendo miles de millones de dólares provenientes del Gobierno de Estados Unidos, así como aportes de gigantes tecnológicos como Nvidia y fondos como SoftBank.
Gran parte del entusiasmo bursátil también reflejó un interés por la posible reconstrucción de su negocio de fabricación de semiconductores (foundry), en un momento en que la industria global valora la producción local de chips ante tensiones geopolíticas y cuellos de botella en las cadenas de suministro. El apoyo estatal y la presión por la soberanía tecnológica en países como Estados Unidos han puesto a Intel en el centro de esas políticas.
Sin embargo, el panorama de Intel sigue siendo mixto. A pesar de la subida de sus acciones, la empresa todavía no ha logrado atraer a un cliente externo de gran envergadura para su negocio de foundry —algo que sería clave para escalar ese segmento y hacerlo rentable en el largo plazo.
El déficit de un contrato de fabricación con un gigante tecnológico hace que muchos analistas mantengan una postura cautelosa respecto al futuro de Intel fuera de sus propios productos.
Además, aunque su cartera de procesos avanzados como el «18A» ha mostrado progresos técnicos, queda por verse si esta tecnología convencerá a clientes con relaciones ya establecidas con otros fabricantes como TSMC. La adopción de los próximos nodos, en particular el «14A», podría definir si la compañía logra revitalizar esa parte de su negocio.
