La economía argentina de la pos pandemia
Qué situación debe enfrentar el Gobierno una vez finalizada la pandemia. Cuáles son sus mayores preocupaciones.
Por Nahuel Lozano
Trader de análisis técnico - Experto en el Mercado de Capitales del IAMC
La pandemia mundial de Covid-19 no sólo azotó a la salud de las personas, sino también a la actividad económica y a los puestos de trabajo. Además de luchar contra el coronavirus, que puso en jaque a nuestro frágil sistema de salud, soportamos la cuarentena más larga del mundo que dejó sin trabajo a miles de argentinos. En este contexto, las PYMES y los microemprendimientos fueron los más afectados debido al cambio de normativas e imposición de nuevos protocolos para desarrollar su actividad comercial.
Muchos empresarios y emprendedores contrajeron grandes deudas para poder sostener sus negocios y más de la mitad cayó en mora. Si bien tuvieron acceso a beneficios por parte del Estado, como la Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y los Préstamos a Tasa 0%, la imposición de una cuarentena estricta mantuvo cerradas sus persianas y en números rojos sus cuentas bancarias. Pese a esto, el gobierno nacional nunca tuvo la intención ni amagó con bajar la presión impositiva, y en conjunto con la ley de doble indemnización terminó de empujar al abismo a muchas empresas que se mantenían en la cuerda floja.
Aunque el gobierno se excuse en que la pandemia es el origen de todos los males en la Argentina, es obvio que nuestro país ya venía muy mal en el aspecto económico durante la última década. Desde 2012, padece una profunda caída del PBI per cápita acompañada de una fuerte retracción del salario real. A esto se le suma el clima turbulento que provoca el cepo cambiario y la desconfianza de los ahorristas en el peso, causales de las periódicas devaluaciones. Dólar alto, varios tipos de cambio, déficit fiscal, creación de nuevos impuestos, mayor pobreza e indigencia y una clase media cansada de pagar los platos rotos. Todo esto, sumado a la inestabilidad política y la polarización que genera la “grieta”, es el combo argento con el que nos encontramos en la actualidad.
Sin crecimiento económico no es posible generar empleo ni recuperar terreno en los salarios. Argentina necesita desesperadamente que crezca la economía y así intentar solucionar todos estos problemas estructurales. Pero, para lograr el crecimiento económico se necesitan inversiones. Nuestro país no es capaz de atraer inversores ya que los impuestos se llevan gran parte de las ventas de las empresas, se cambian las reglas de juego constantemente y las regulaciones sobre las actividades comerciales son asfixiantes. Sin un cambio de fondo en este sentido no es posible que volvamos a ser atractivos para los capitales extranjeros.
El gobierno nacional tiene una visión distinta, ya que eligió el camino de la imposición de precios máximos, el freno a las importaciones y exportaciones, restricciones de los despidos, trabas para el giro de las utilidades y restringir el acceso a los mercados de cambios. Estas medidas van en sentido contrario a lo que necesita el país para volver a hacer crecer la economía. Se necesitan inversiones en infraestructura, tecnología y logística para ser competitivos en el mercado mundial. El mundo no compra productos argentinos porque son de baja calidad y tienen un precio alto. Abrir la economía, integrarnos al mercado mundial y ofrecerle al mundo mejores productos a precios más competitivos es imperativo para que la economía argentina “se ponga de pie”.
No se debe utilizar la pandemia como una excusa. No se debe perder tiempo y realizar estas reformas estructurales lo antes posible, garantizar que las reglas de juego se mantengan estables en el tiempo, dejar desarrollar el libre mercado y fomentar la competencia para mejorar salarios y crear empleos.