El plan del gobierno para ir bajando las tasas y aliviando encajes bancarios

Con la mira en octubre, Caputo y el Banco Central arrancaron una baja silenciosa de tasas y alivio en los encajes para intentar reactivar una economía que no levanta cabeza.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 1 hora

El mazazo electoral del domingo pegó fuerte en la Casa Rosada. Aunque Milei ratificó el rumbo desde el búnker, en los despachos económicos empezó un viraje en silencio: Luis Caputo y el Banco Central movieron rápido con una baja de tasas y un alivio en los encajes para darle aire a la actividad, que viene pinchada hace meses. La jugada busca frenar la recesión sin que se desmadre el dólar en plena campaña hacia el 26 de octubre.

 

La primera señal llegó el lunes: Bausili arrancó con la baja de tasas en pesos, del 50% al 35% en apenas tres días, mientras el dólar minorista se acomodaba después de tocar los $1.480 y quedar en $1.435. En paralelo, el Central le hizo un guiño al sistema financiero al flexibilizar los encajes: ya no habrá control diario sino cada tres días, una medida pedida a gritos por los bancos desde que la exigencia trepó al 53,5%, el nivel más alto en tres décadas.

 

El nuevo esquema es claro: tasas decrecientes, dólar arriba de los $1.400 y un objetivo central de aliviar los costos financieros del Tesoro y destrabar el crédito, que se venía desplomando. La apuesta de Caputo es no anunciar nada fuerte, para no romper el libreto de Milei de mantener “el mercado monetario ajustado”, aunque en la práctica el apretón ya empezó a soltar.

 

El alivio también apunta a calmar la bronca con los bancos, que venían acusados de empujar el dólar y de frenar la rueda de pagos. En agosto, los préstamos comerciales cayeron casi 4% y la morosidad en billeteras digitales trepó a 15,5%, un nivel que encendió todas las alarmas. El riesgo, claro, es que la inflación se resista a bajar y que el dólar empuje hacia la banda superior de $1.470, lo que podría obligar al Central a vender reservas en un momento delicado.

Pero más allá de los retoques técnicos, el trasfondo es político: la economía no crece desde febrero, los salarios se licúan y el consumo no despega. En la provincia de Buenos Aires, el termómetro electoral del oficialismo, la actividad cayó en julio y agosto. El Gobierno lo sabe y busca abrir un poco la canilla para que la recesión no siga golpeando de cara a octubre.

 

Lo que muchos se preguntan es si esta vez los bancos van a devolver algo de ese aire al sector productivo o si, como tantas veces, van a aprovechar la baja de encajes y tasas para engordar balances en lugar de largar crédito a pymes y familias. La experiencia local muestra que, cuando se trata de elegir entre mejorar la rentabilidad propia o acompañar la economía real, la banca no duda demasiado.

 

Al final del día, los bancos siguen jugando de locales: cuando la tasa es alta, ganan; cuando baja, también. Mientras tanto, las empresas y los consumidores siguen en la fila esperando que el crédito deje de ser un lujo. 

 

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