El Gobierno logró colocar el BONTE 2030 y suma USD 1.000 millones sin incrementar la deuda externa
La emisión en pesos, dirigida a inversores internacionales, recibió ofertas por casi USD 1.700 millones y se adjudicó con una tasa del 29,5% anual.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
En un movimiento que mezcla estrategia financiera con necesidad urgente, el Gobierno nacional lanzó este miércoles un bono en pesos por el equivalente a 1.000 millones de dólares, pero apuntado a inversores del exterior. ¿La idea? Hacer caja en el Banco Central y juntar reservas frescas, justo cuando el acuerdo con el FMI aprieta y cada billete verde cuenta.
El nuevo instrumento, bautizado como BONTE 2030, tiene un detalle no menor: los inversores ponen dólares, pero cuando vence el bono, se les devuelve en pesos. Todo bajo ley argentina, nada de tribunales en Nueva York. Un guiño para evitar litigios en el extranjero y también para mostrar cierto “soberanismo” financiero. Además, trae una cláusula de recompra que se puede activar en mayo de 2027, lo que permite que el Tesoro le devuelva la plata antes si al inversor se le ocurre pedirla.
El secretario de Finanzas, Pablo Quirno, celebró la colocación del BONTE 2030. Según él, este bono permitirá sumar reservas al Banco Central “sin aumentar la deuda” O sea: traer dólares sin comprometerse en moneda extranjera ni firmar papeles en tribunales de afuera.
Eso sí, hubo ruido con la tasa. El título pagará un 29,5% anual en pesos, un número que varios analistas consideraron alto, sobre todo teniendo en cuenta que el Gobierno viene prometiendo inflación cero para el año que viene y niveles muy bajos después. En principio, se esperaba una tasa de entre 22% y 23%. Pero el contexto manda y, si se quiere tentar a los inversores en un país con riesgo alto, a veces hay que pagar más.
Más allá del costo, desde el Palacio de Hacienda destacaron que esta operación permite refinanciar deuda en pesos y, al mismo tiempo, atraer capital fresco desde afuera. Para Quirno, la jugada también sirve para “extender el plazo promedio de la deuda en pesos” y abrir el juego a nuevos actores en el mercado local. En otras palabras, quieren que los bonos argentinos vuelvan a ser atractivos (y creíbles) para más gente.
La licitación fue parte de un operativo más amplio: además del BONTE, en la habitual colocación semanal, el Tesoro adjudicó $8,56 billones en deuda, con una demanda que rozó los $9,46 billones. Esto representa un rollover del 126,28% sobre los vencimientos del día, y del 100,12% si se suma lo que se pagó en cupones y amortizaciones durante la semana anterior.
El Gobierno se aferra a estos números como señal de que hay confianza y de que todavía tiene margen para financiarse en el mercado sin tener que recurrir al Banco Central ni pisar el dólar. Claro que este tipo de operaciones también tienen letra chica: comprometen pagos a futuro y, si la inflación no baja como se espera, esas tasas se pueden volver pesadas.
Por ahora, la jugada salió bien: dólares frescos, reservas un poco más fuertes y un mercado que, al menos por esta vez, respondió con entusiasmo. Resta ver si este tipo de emisiones se pueden repetir en el tiempo o si fue solo una buena foto en medio de una película que todavía tiene muchos capítulos por delante.