El Gobierno eleva los encajes al 53,5% para impulsar la compra de deuda por parte de los bancos
El Banco Central volvió a subir los encajes y ya llegan al 53,5%, uno de los niveles más altos en treinta años. La jugada busca empujar a los bancos a comprar bonos del Tesoro y frenar la presión sobre el dólar.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El Gobierno decidió ajustar otra vez la tuerca de los encajes bancarios, que desde hoy suben al 53,5%. La idea es clara: que los bancos destinen más plata a comprar bonos del Tesoro en la licitación de esta semana. La medida se da justo después del salto de 2% en el dólar oficial, que ya cotiza a $1.370, y con la mira puesta en evitar que la divisa se dispare por encima de los $1.400 en plena campaña electoral.
El Banco Central dispuso que los depósitos a la vista en pesos tengan desde ahora un encaje 2 puntos más alto, mientras que desde el lunes el aumento será de 3,5 puntos en los encajes remunerados. Lo llamativo es que esos encajes podrán integrarse con bonos que se liciten en estos días, siempre que tengan un plazo mínimo de 60 días. Es decir: se restringe liquidez, pero al mismo tiempo se les abre a los bancos una puerta para volcarse a los papeles del Tesoro.
La medida, sin embargo, no cayó bien en el sector financiero. Algunos banqueros advierten que ya es la tercera suba de encajes en un mes y que el crédito empieza a secarse, con morosidad en alza y un mercado prácticamente paralizado. “Está todo roto: liquidez, tasas, créditos. Falta aire”, se quejó un ejecutivo en off.
El endurecimiento de los encajes refleja el nivel de tensión en el que se mueve la política económica. Con un mercado que desconfía y un calendario electoral que se acorta, la prioridad del Gobierno es contener al dólar cueste lo que cueste. La contracara es que cada movimiento de ajuste achica más el crédito disponible para las empresas y las familias, frenando la actividad.
Lo que se ve es un “crowding out” regulatorio: el Estado absorbe casi toda la liquidez bancaria, dejando en segundo plano al sector privado. Eso puede darle oxígeno al Tesoro en el corto plazo, pero complica el acceso al financiamiento productivo y siembra dudas sobre la recuperación económica.
El dólar es hoy la gran amenaza. Si se descontrola, el impacto sobre la inflación sería inmediato y demoledor. Por eso el equipo económico juega fuerte, aun a costa de aceptar tasas altísimas que encarecen la deuda pública.
En definitiva, lo que pasa con los encajes no es un hecho aislado, sino la expresión de un dilema mayor: cómo llegar a las elecciones sin que estalle el mercado cambiario, y al mismo tiempo sin que se hunda del todo la economía real. La apuesta es riesgosa y los próximos días mostrarán si la estrategia aguanta o si el margen ya se agotó