El Gobierno apuesta fuerte a los bonos en pesos para sostener el superávit en 2026

Con el Presupuesto en el Congreso, la Casa Rosada plantea un camino de financiamiento con deuda interna capitalizable. Economistas dudan, pero el oficialismo defiende la jugada como parte de su estrategia para mantener el equilibrio fiscal.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 3 horas

El Ejecutivo ya dejó en claro su hoja de ruta: para el 2026, gran parte del financiamiento vendrá de los Boncap y Lecap, títulos en pesos que capitalizan intereses y no se computan dentro del gasto público. De esa manera, el Gobierno puede mostrar números prolijos en las cuentas, con un superávit primario del 1,5% del PBI y un resultado financiero del 0,3%.

 

La clave es que el Fondo Monetario no compra del todo este esquema. Según el staff report del organismo, si se agregan los intereses de la deuda capitalizable, el panorama cambia y aparece el déficit. De todos modos, la administración Milei insiste en que la estrategia no es nueva, sino que forma parte de una transición hacia un esquema financiero más sólido.

 

El paquete de medidas prevé que la deuda capitalizable crezca en el equivalente a US$ 28.000 millones, mientras que se reducirá la emisión de otros bonos en pesos. El resto del endeudamiento neto será bastante moderado: unos $ 8 billones en títulos y $ 2 billones con organismos internacionales.

 

Los economistas del sector privado advierten que se trata de una maniobra “contable”, porque los intereses se van acumulando y tarde o temprano habrá que pagarlos. Pero en Balcarce 50 argumentan que este tipo de instrumentos da margen para ordenar las cuentas y al mismo tiempo evitar un golpe al déficit en el corto plazo.

Además, el Presupuesto incluye proyecciones de inflación al 10% y un crecimiento del 5%, con un dólar a $1467 para fin de 2026. Para el mercado, esas estimaciones suenan demasiado optimistas. Sin embargo, el Gobierno entiende que son metas alcanzables si se mantiene la disciplina fiscal y baja el riesgo país.

 

Ahora bien, frente a las críticas, en la Rosada retrucan: la estrategia de “déficit eterno” ya se probó y dejó al país con medio billón de dólares de deuda y el cartel de “defaulteador serial”. La decisión de Milei es marcar un rumbo distinto, aún con tensiones y resistencia de los mercados.

 

Lo cierto es que el plan oficial tiene un costado pragmático. Mientras algunos cuestionan el uso de bonos capitalizables, el Ejecutivo se asegura con ellos una herramienta que le permite mostrar resultados positivos sin volver a las viejas recetas del gasto sin control. En criollo: no se trata de dibujar números, sino de ganar aire hasta que la economía pueda financiarse sola.

 

En este contexto, el Gobierno defiende la jugada como un paso necesario en el camino al déficit cero. “No es maquillaje, es estrategia”, dicen cerca del Presidente. La apuesta es clara: ordenar la macro, bajar la inflación y recuperar la confianza, aun cuando el proceso sea áspero. Porque, como sostienen en Casa Rosada, después de décadas de parches, la Argentina necesita un cambio de raíz, aunque duela en el corto plazo.
 

 

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