Desde el Banco Central se pondrá en marcha la compra de reservas para estabilizar el dólar.

Con la estabilización en marcha y el dólar más controlado, el BCRA ya proyecta el próximo paso del plan económico de Milei: una etapa de “re-monetización” que apunta a recuperar la confianza en el peso y recomponer reservas sin generar más inflación.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 1 hora

El Banco Central venía trabajando desde antes de las elecciones en lo que define como su hoja de ruta para el “segundo tiempo” de la gestión de Javier Milei. Superada la etapa de emergencia y estabilización, el organismo ya pone la mira en lo que será el proceso de salida del cepo cambiario y el arranque de una nueva fase, prevista para 2026, centrada en volver a darle protagonismo al peso en la economía.

 

La idea se desprende de una presentación que el vicepresidente del BCRA, Vladimir Werning, hizo en Washington a mediados de octubre, titulada “From Stabilization and Transition to Demand-led Re-monetization”. En ese documento, el funcionario detalla un plan de tres etapas pensado para dejar atrás la alta inflación y consolidar una demanda sostenida de moneda local.

 

Durante la primera parte del programa, en 2024, el objetivo fue cortar la asistencia monetaria al Tesoro y absorber el exceso de pesos que había quedado de la gestión anterior. Según explicó Werning, el esquema de control de agregados monetarios permitió que la inflación bajara a un ritmo más rápido de lo esperado, mientras se ordenaban precios relativos —como tarifas y productos importados— y se reducían los desequilibrios fiscales y cuasifiscales.

 

Este año, la meta fue avanzar hacia una transición más libre, con una política monetaria adaptada a un contexto de mayor apertura financiera. En ese marco, Werning resaltó algunos hitos previstos para 2025: el fin de los controles de capital, la adopción de un régimen de flotación cambiaria dentro de bandas y la eliminación de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), una medida polémica pero clave para pasar de un esquema de control pasivo a uno de operaciones abiertas en el mercado.

Según el funcionario, estos pasos permitieron mantener las expectativas de inflación bajo control y evitar sacudones cambiarios. Aun así, reconoció que la demanda de dinero se redujo y que el BCRA tuvo que endurecer su política, subiendo encajes y restringiendo la liquidez para mantener la estabilidad.

 

Werning señaló que a partir de 2026 comenzará una etapa distinta: con la economía más ordenada y un sistema financiero fortalecido, el Banco Central espera que la demanda de pesos crezca de manera genuina. Esa “re-monetización”, explicó, se financiaría con dos fuentes principales: el “dinero interno” —limitado por la disciplina fiscal— y el “dinero externo”, es decir, compras de reservas no esterilizadas a medida que la Argentina vuelva a acceder a los mercados internacionales.

 

El documento subraya que el país llega a esta etapa “sub-monetizado”: la base monetaria representa apenas el 2,6% del PBI, muy por debajo del promedio histórico del 8,7%. Eso, según el BCRA, abre un margen importante para expandir la cantidad de dinero sin desatar presiones inflacionarias.

 

De fondo, en el Banco Central confían en que la estabilidad cambiaria, la reducción del déficit y un entorno político más previsible ayudarán a recomponer la demanda de pesos, algo indispensable para que la economía pueda volver a crecer sin depender del dólar.

 

En paralelo, la autoridad monetaria busca fortalecer su credibilidad frente al mercado y los inversores. El objetivo, explican puertas adentro, es que el peso vuelva a ser visto como una moneda confiable, capaz de recuperar terreno perdido después de años de desconfianza y crisis recurrentes.

 

¿Quiere recibir notificaciones de alertas?