¿Tensión cambiaria en el corto plazo?
Por Walter Morales
Presidente de Wise
Querer identificar cuál puede ser la evolución futura del dólar Blue, no es una tarea sencilla. Por una cuestión inflacionaria sabemos que va a incrementar su precio (casi todos los activos lo hacen) pero convengamos que lo que importa es si lo hará por encima o por debajo de la inflación.
En líneas generales, para pensar que tendrá un crecimiento positivo, o sea que crezca por encima de la inflación, deberían de ocurrir dos factores:
- Aumento de la incertidumbre sobre el futuro de la economía.
- Que sobren pesos para poder aplicar a la compra de dólar Blue.
En Wise creemos que la economía va a estar lateralizada con tendencia al alza (tengamos en cuenta que 2019 dejó un arrastre estadístico de 5,5%), con una elevada capacidad ociosa, por lo que no se van a requerir inversiones de porte pensando en futuros aumentos de la demanda. Por otro lado, queremos suponer que los empresarios ahora saben que las trabas a las importaciones no permiten crear un escenario pro negocios que derive en una futura sustitución de las compras al exterior si primero no hay reformas laboral y fiscal que permitan la amortización de las inversiones necesarias para tener un proceso de sustitución de importaciones exitoso.
Esto nos lleva a concluir que todo peso sobrante, antes de ser invertido en la empresa, será destinado a activos financieros, como bien puede ser el Blue. Máxime cuando el Gobierno presiona sobre el Ebitda de las empresas a través de controles de precios.
A esto hay que sumar tres motivos que juegan a favor de que el dólar Blue difícilmente supere a la inflación:
- La súper soja, la que si bien no va a durar por siempre, mientras en el mundo la oferta corra a la demanda por detrás, producto de los estímulos que las economías desarrolladas están volcando al consumo, tenemos que prepararnos para varios meses más con precios altos para los commodities. Esto para el BCRA significa ingreso de divisas, mientras que para las empresas que tienen que apurarse a celebrar contratos a futuro para asegurar precios de compra de materias primas.
- Un acuerdo con el FMI que está más cerca que lejos. Esto no quiere decir que estará firmado antes de las elecciones, pero sí es probable que la Carta de Intención se entregue en algún momento de 2021.
- La paridad electoral para las elecciones legislativas de octubre, de acuerdo a las encuestas sobre intención de voto que las consultoras políticas están llevando a cabo. Sí el Gobierno gana o pierde por un margen estrecho, es de suponer que volverá el “te corro por izquierda pero tomo decisiones por derecha” de la época de Néstor Kirchner. Es que más allá de las diferencias macroeconómicas con las de aquel momento, entre las similitudes hay una que se destaca: hay que administrar la escasez, y si esto no se hace, hay una máxima que siempre se cumple: cuando falta reputación, siempre faltan dólares.
Ahora si pensamos en cómo el Gobierno se está consumiendo el colchón cambiario por anclar el valor del dólar para que la inflación no se dispare aún más (estimamos que este año cerrará entre 45% y 47%) y en la inflación esperada para 2022, un valor razonable para el dólar oficial tendría que ubicarse en torno a $120. Nos referimos a un valor al que se podría analizar levantar el cepo cambiario”. Como no se visualiza que esto vaya a ocurrir, es lógico que el mercado pague más por el Blue. La pregunta, y siempre pensando en la inflación por venir, ¿Comprar en los $153 a los que cerró el viernes 14/5 es caro o barato?
La brecha cambiaria es probable que vuelva a ampliarse durante los próximos meses. Pero no tanto porque el Blue vaya a escaparse de la manera que lo hizo el año pasado sino porque el Mayorista se retrase. Este anclaje cambiario en torno a 2% mensual con inflación por arriba de 3% mensual (hace dos meses que está arriba de 4%), por supuesto que va a sumar tensión cambiaria. Pero esa tensión no debería de durar demasiado tiempo por el poder de fuego que está sumando el BCRA, junto a los precios de los granos y el acuerdo con el FMI, en un contexto en el que se deberían, aunque sea lentamente, incrementar Reservas por el no pago de deuda en moneda extranjera en cantidades importantes, tendría que facilitar bajar la tensiones cambiarias.
Pensar en que el Blue tiene que recuperar lo perdido desde octubre del año pasado es una falacia. Lo que ocurrió en la previa es que antes la parálisis del 75% de la economía por las medidas que tomó el Gobierno para enfrentar a la pandemia, sumado a la aparición de créditos blandos, tasas bajísimas por parte de las SGR y los ATP, hubo una dolarización en exceso, la que en octubre comienza a revertirse porque el mayor dinamismo que impuso la economía, obligó a volver a inyectar pesos en la empresa. Ojo, no estamos diciendo que no va a volver a cotizar en los $195 de octubre de 2020… lo va hacer por la elevada inflación argentina alimentada por un déficit fiscal constante, pero no va a ocurrir un rally alcista tal que llegará a ese valor, sin que en paralelo haya una inflación de 27%.
¿Entonces? Creemos lógico comenzar a pensar en ver un ajuste del Blue a partir de las cotizaciones de febrero. Si consideramos la inflación de marzo y abril, el precio debería de ubicarse en torno a $159, apenas 3.9% por encima del actual. Si queremos agregar la inflación de febrero, para lo cual también nos corremos un mes en el punto de partida, el Blue tendría que valer 10% por encima al precio actual, pero como caso extremo.