Joaquín Sabina: 75 años de poesía, música y legado inigualable

Con una carrera que atraviesa más de cinco décadas, el cantautor jienense se ha convertido en un referente indiscutido de la música en español, con himnos que resuenan en bares, teatros y corazones de toda Iberoamérica.

Por redacción

Miércoles 12 de febrero del 2025 a las 12:45 pm

 

Joaquín Sabina cumple 75 años y sigue siendo un ícono indiscutido de la música en español. Con su voz rasposa, su pluma afilada y una actitud irreverente que lo convirtió en el último gran bohemio de la canción, el artista jienense ha construido un legado que atraviesa generaciones. Sus letras, cargadas de ironía, romanticismo y una cuota de cinismo, han sido la banda sonora de desamores, noches de bares y esperanzas rotas a lo largo de más de cinco décadas de carrera.

 

 

Un artista marcado por la rebeldía y la poesía

Nacido el 12 de febrero de 1949 en Úbeda, España, Sabina tuvo desde joven una inclinación por la literatura y la música. Su adolescencia estuvo marcada por la poesía y por la influencia de artistas como Bob Dylan y Leonard Cohen, quienes lo inspiraron a escribir canciones con un fuerte componente narrativo.

 

En los años ‘70, su vida dio un giro inesperado cuando tuvo que exiliarse en Londres por problemas políticos. En plena dictadura franquista, Sabina había participado en movimientos de protesta y su activismo le valió una orden de captura. En la capital británica sobrevivió cantando en bares y vendiendo poemas, mientras absorbía la efervescencia cultural de la época. Allí grabó su primer disco, Inventario (1978), que pasó desapercibido, pero le abrió las puertas para su regreso a España en plena transición democrática.

 

Ya en Madrid, se sumergió en la movida contracultural de los años ‘80 y comenzó a consolidar su estilo. Con discos como Malas compañías (1980), Ruleta rusa (1984) y Hotel, dulce hotel (1987), Sabina se convirtió en la voz de una generación que quería dejar atrás la oscuridad del franquismo y vivir con intensidad. Su cancionero se pobló de antihéroes urbanos, mujeres fatales y noches interminables, elementos que definirían su sello personal.

 

 

El éxito masivo y la consagración

En los años ‘90 llegó su consagración definitiva con discos que marcaron época, como Física y Química (1992) y Yo, mi, me, contigo (1996), donde combinó su habitual lirismo con melodías más accesibles. Pero fue en 1999 cuando lanzó su obra maestra: 19 días y 500 noches, un álbum crudo y confesional que retrata con brutal honestidad las heridas del desamor. Con este trabajo, Sabina alcanzó un éxito sin precedentes y dejó para la historia temas como Contigo, Nos sobran los motivos y la desgarradora Una canción para la Magdalena.

 

El nuevo milenio lo encontró consolidado, pero también golpeado. En 2001 sufrió un infarto cerebral que lo obligó a frenar el ritmo frenético de giras y excesos. Aunque se recuperó, su regreso fue más pausado y reflexivo, con discos como Dímelo en la calle (2002) y Alivio de luto (2005), donde exploró un tono más introspectivo.

 

A lo largo de su carrera, colaboró con artistas de la talla de Fito Páez, Joan Manuel Serrat, Chavela Vargas y Andrés Calamaro, ampliando aún más su impacto en la música hispana. Su estrecha relación con Argentina es bien conocida: ha llenado el Luna Park y el Gran Rex en incontables oportunidades, y su vínculo con Buenos Aires es tan fuerte que en más de una ocasión ha declarado que le gustaría quedarse a vivir en la ciudad.

 

 

Sabina hoy: entre la música y la leyenda

A pesar de los años y los problemas de salud, Sabina sigue vigente. Su último disco, Contra todo pronóstico (2023), reafirma su capacidad para reinventarse sin perder su esencia. En sus presentaciones más recientes, el cantautor ha dejado entrever que su retiro está cada vez más cerca, aunque sus seguidores se niegan a aceptarlo.

 

A los 75 años, Joaquín Sabina es mucho más que un cantautor: es un cronista de la vida, un poeta de la calle y un testigo privilegiado del paso del tiempo. Mientras sus canciones sigan sonando en los bares y en las madrugadas solitarias, su legado seguirá intacto.

 

 

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