Oro imparable: otro año de récords y miradas puestas en lo que viene en 2026
El metal precioso cerró un 2025 explosivo, con más de 50 marcas históricas y una suba del 60%. Bancos, fondos e incluso bancos centrales siguen comprando sin freno, mientras los analistas ya proyectan qué puede pasar el año que viene.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
El oro termina el año como la auténtica estrella del mercado: la onza supera los USD 4.200 en Nueva York y se convirtió en el activo más rendidor del 2025. Con este envión, las grandes firmas de Wall Street —de Goldman Sachs a J.P. Morgan— prevén nuevos máximos para 2026, incluso con escenarios que imaginan valores desorbitantes si el dólar vuelve a flaquear o crece la desconfianza en las monedas tradicionales.
A la presión de los inversores se suma un fenómeno clave: los bancos centrales del mundo siguen comprando. Ya no es solo China; se acoplaron países de Europa, Asia, África y América Latina. Nadie quiere quedar afuera de la ola, aun con precios altos.
El boom del 2025 se explica por un combo de incertidumbre global, un dólar debilitado y mercados financieros demasiado movedizos. En un año en el que los bonos rindieron poco y las acciones dejaron dudas, muchos buscaron refugio y diversificación. De ahí que la demanda del metal se mantuviera firme en todos los rincones del planeta.
En cambio, si las políticas económicas de Estados Unidos logran reactivar la economía y fortalecen al dólar, el oro podría retroceder por la suba de tasas y un giro de los inversores hacia activos de mayor rendimiento.
Más allá de los vaivenes macro, hay dos factores que seguirán influyendo: la compra de reservas por parte de los bancos centrales y la oferta disponible en el mercado. Ambos pueden empujar o frenar al metal según cómo evolucione la demanda global.
Además, el interés minorista volvió a cobrar fuerza. Este año crecieron las plataformas que permiten comprar pequeñas fracciones de oro físico, algo que atrajo especialmente a jóvenes inversores que buscan resguardar ahorros sin meterse de lleno en operaciones bursátiles más complejas. Esa tendencia, aunque todavía incipiente, suma presión a la demanda global y mantiene al metal en conversación cotidiana.
En paralelo, varios gobiernos analizan medidas para incentivar la producción interna, ante la posibilidad de que la oferta quede corta si el apetito mundial sigue firme. Proyectos de expansión minera en América Latina, África y Oceanía ya están en carpeta, aunque con trámites que avanzan lento por cuestiones ambientales y regulatorias. Todo indica que el oro seguirá siendo protagonista en el tablero económico del próximo año.
