Se viene la baja de tasas de la FED y los mercados emergentes van a acusar un impacto positivo
Profundo análisis de los posibles escenarios que se vienen.
La inflación en Estados Unidos se desaceleró en julio llegando a un 0,2% mensual. Este dato confirma que la inflación está bajando de manera constante, lo que podría dar paso al tan esperado recorte de tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
¿La Fed bajará la tasa en septiembre, noviembre y diciembre? Tal y como lo confirma Powell, se vislumbra una baja de tasa en septiembre y es probable que también haya un recorte en diciembre. El escenario de recortes para noviembre luce menos probable debido al marco electoral. Se espera que la inflación en EE.UU. llegue al 2,6% en diciembre y baje al 2,3% para finales de 2025.
El comité federal de mercado abierto había votado en julio de manera unánime a favor de mantener la tasa de interés de referencia de los fondos federales entre el 5,25% y 5,5%. En la última medición, la tasa de desempleo alcanzó 4,3%, cuando se esperaba que se mantuviera inmóvil en 4,1% como el mes anterior, lo que junto a la suba de tasas del Banco central de Japón ocasionó distorsión en los mercados. La FED reconoce los crecientes riesgos para el mercado laboral, y por ello se refuerza la expectativa de un recorte de tasas en su próxima reunión de septiembre en, tal vez, 25 puntos. El mercado proyecta que para enero de 2025 las tasas podrían estar en niveles entre 4,0% y 4,25% anual.
La economía de los Estados Unidos enfrenta algunos riesgos a largo plazo relacionados con una posible recesión, pero sobre todo el papel de la FED con el futuro gobierno, y el manejo de la deuda pública. La deuda pública total de los Estados Unidos superó los USD 35.000 billones por primera vez, según datos del Departamento del Tesoro. En ese sentido, la deuda total se traduce en una deuda de USD103.945 por persona. Estos déficits continuos se deben, principalmente, a factores estructurales predecibles: el envejecimiento de la generación baby boomer, el aumento en los costos de atención médica y un sistema fiscal que no capta suficiente dinero.
La Fed ha mantenido desde julio de 2023 su tasa de referencia entre el 5,25% y el 5,5%, la más alta en 23 años, a la espera de reforzar un enfriamiento sostenido de la inflación en los Estados Unidos. En las últimas reuniones, la Reserva Federal ha optado por mantener los tipos de interés sin cambios en el rango de 5,25% a 5,50%, y recientemente ha dejado la puerta abierta a la bajada de los tipos en septiembre (25 puntos). Un recorte de tasas a mediados de septiembre, a menos de dos meses de las elecciones presidenciales, podría generar cierta tensión política no deseada en la Fed, que busca evitar enredarse en la política del año electoral.
Las tasas más bajas por parte de la FED desencadenan efectos favorables para las criptomonedas y otros activos de riesgo porque reducen el costo de los créditos, fomentan la inversión y, por lo general, debilitan el dólar, lo que puede llevar a los inversionistas a buscar mayores rendimientos en activos alternativos de mayor riesgo.
El reciente desajuste en los mercados mundiales dejó como un evento altamente probable la primera baja de tasas en Estados Unidos y además podrían realizarse otras antes de que termine el año. El dato es sumamente relevante para el mundo y en particular para los mercados emergentes / de frontera como la Argentina que, en alguna medida, quedaron eclipsados por los altos rendimientos que ofrecieron en los últimos años los bonos norteamericanos.
A nivel mundial se vivió un fuerte aumento del riesgo y se cerraron posiciones en activos. Esto ocasionado por dos factores: la suba de tasa de interés en Japón que encarece en carry trade, y los temores de recesión en EE.UU. (subió mucho el desempleo).
Comienza a ser atractiva la deuda en dólares con una visión de mediano plazo, en un contexto donde el Gobierno logre mantener la agenda de reformas, y avance en la normalización y desregulación de la economía.
Los bonos argentinos podrían beneficiarse de un contexto internacional de menores tasas de interés. La clave sería recuperar el acceso a los mercados internacionales para poder financiar los pagos que hay por delante.
Mucho se ha especulado con que la Argentina volvería a formar parte del selecto grupo de mercados emergentes pero es algo que no veamos tan cercano. Recordemos que la Argentina actualmente posee la clasificación “Stand-alone”, y ni siquiera hace parte del índice de mercados de frontera. Actualmente el mercado la pone a la par de Bulgaria, Bosnia y Herzegovina, Botswana, Ghana, Jamaica, Líbano, Nigeria, Panamá, Palestina, Ucrania y Zimbabwe.
Para la posible revisión en la clasificación de la Argentina habrá que esperar al menos hasta mediados de 2025, aunque el proceso de revisión podría extenderse incluso hasta 2026.
Para que Argentina pueda ser clasificada como mercado emergente, deberían darse las siguientes condiciones:
- Levantamiento del cepo cambiario.
- Mejorar la infraestructura regulatoria.
- Estimular la competencia entre los brokers locales y mejorar los altos costos de transacción.
- Mejorar la inestabilidad del marco institucional, agravada por intervenciones del Gobierno.
- El proceso de consultas con inversores es largo y podría extenderse.
Una baja en las tasas despierta el interés de los inversores por activos de mejor rentabilidad como las acciones. Adicionalmente, este estímulo promueve el consumo y la inversión en la economía en general. Este movimiento por parte de la FED se constituye como un cambio que ayuda a las valoraciones de las acciones ya que los menores costos de endeudamiento impulsarían los márgenes de ganancias corporativas. En concordancia, las empresas más pequeñas pueden sentirse más beneficiadas también por unos tipos de interés más bajos debido a su necesidad de pedir prestado para crecer. Todo esto se debe a que las empresas norteamericanas se apalancan con capitales de terceros. En el caso de las acciones argentinas en el exterior, el impulso producto de la aprobación del RIGI puede potenciar la valoración de activos.
Se instala una creciente preocupación sobre el conflicto en el medio Oriente y sus posibles impactos a la cadena de suministros, debido a un intercambio de ataques aéreos entre Israel y Hezbolá, a lo que se suman las preocupaciones por un posible cierre de los yacimientos petrolíferos de Libia.
Las exportaciones de crudo serán récord este año en la Argentina por Vaca Muerta, pero la escalada internacional podría presionar en los combustibles y la inflación. Frente a este panorama, hay que ver qué hace el Gobierno, si ante un eventual aumento importante del crudo en el mercado internacional se decide habilitar el traslado a surtidor con las implicaciones inflacionarias del caso. Si el impacto en la cadena de suministros se produce, no sólo va afectar al alza los precios de la energía, sino de las materias primas en su conjunto.
Las tensiones geopolíticas, en particular por un posible ataque de Irán a Israel, han provocado un repunte del precio del crudo.
Un posible aumento en el precio del crudo pone al Ministerio de Economía argentino en la disyuntiva entre alejarse del objetivo de alcanzar el export parity, o aumentar el precio del litro y presionar sobre la inflación.
Por el lado agro, los bajos precios internacionales de los granos, aportan gran dificultad y arrojan incertidumbre en el marco de la salida del cepo y, por supuesto, también de la recesión que vive Argentina. De los productos agro, la soja es la que representa el mayor nivel de importancia. Actualmente, el precio de la soja está afectado por factores climáticos en los EE.UU. (buen clima = mucha producción) y por la sobreoferta proveniente de Sudamérica. Sin embargo, observamos que China podría impulsar compras de soja debido a la posibilidad que se repita una segunda “guerra comercial” con los EE.UU., donde se involucre la suba de aranceles si Trump resulta electo presidente (tal como sucedió durante la primera presidencia del candidato republicano).
Relacionado con los precios internacionales, vemos con preocupación la baja en los precios de la soja ya que podría implicar un menor ingreso de dólares para el año que viene, justo, cuando más lo necesitaríamos, si el Gobierno desea implementar la salida del cepo cambiario.
Programa económico Trump
Donald Trump parece tener algunas ideas claras sobre la economía estadounidense en caso de ganar las próximas elecciones de noviembre, y cuenta con la diferencia de que ahora tiene mayor experiencia y determinación. ¿Qué implicaciones económicas tiene si gana? Observamos que continuaría con su política de baja de impuestos, altos aranceles y desregulación ambiental.
La elección de J. D. Vance como compañero de fórmula es otro claro mensaje a las empresas. Dentro de los efectos esperables ante un Trump ganador se vislumbra inflación por precios más altos (debido al cierre comercial especialmente con China). En ese sentido, si la FED baja las tasas en su próxima reunión, posiblemente vuelvan a subir más adelante si se desata nuevamente la inflación.
Programa económico Harris
Kamala Harris centra su programa económico en tratar de conquistar a la clase media, trabajadores e inmigrantes. Para ello planifica enormes promesas que a la larga acarrearán más impuestos. Promete además ayudar a las familias con créditos fiscales para aquellas que tienen recién nacidos, con montos que pueden alcanzar los 6.000 dólares. Y eso suena bastante conocido con las consecuencias que aún pagan los trabajadores estadounidenses con un aumento de los impuestos.
Las medidas populistas diseñadas por Harris y el partido demócrata para ganarse a los votantes estadounidenses gozan de menos popularidad entre las empresas y los economistas. Recordemos que también ha sido la actual administración Biden-Harris la que ha propuesto ambiciosas políticas económicas de cambio climático que, lamentablemente, no han tenido mucho éxito.
Además, Harris propone un control de precios en los productos de primera necesidad como los alimentos y algunos medicamentos, uno de los patrones característicos del control socialista centralizado de la economía. Donde se ha aplicado este tipo de medidas ha provocado de forma automática una devaluación de la moneda, una pausa “temporal” de los precios que da paso a una aceleración de la inflación (en la Argentina ya se vivió esto).
Adicionalmente, su propuesta de aumento de impuestos a las pequeñas, medianas y grandes empresas, podría acarrear un éxodo de negocios e inversiones.