Fracasan las negociaciones y EE:UU se encamina a un nuevo cierre del gobierno
Fracasan las negociaciones de último momento y el país se encamina a una nueva parálisis administrativa. La disputa política amenaza con dejar a millones de empleados sin sueldo y a los servicios públicos en pausa.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
Estados Unidos está a punto de quedarse sin gobierno operativo. Las charlas contrarreloj entre la Casa Blanca y los líderes demócratas para aprobar el presupuesto se fueron a pique y, salvo un milagro de último minuto, este martes a la medianoche (hora local) arranca otro cierre del gobierno.
La situación pinta complicada: si no hay arreglo, toda actividad estatal que no sea de emergencia se frena en seco. Millones de empleados federales se quedan en casa sin cobrar, otros que son considerados “esenciales” trabajan igual, pero gratis hasta que haya plata, y cualquier trámite público queda en el limbo. Ni hablar de los parques nacionales, museos y oficinas públicas, que bajan la persiana hasta nuevo aviso.
En la práctica, el cierre significa un verdadero dolor de cabeza para los norteamericanos. Muchos programas sociales quedan suspendidos, los subsidios se frenan y la burocracia se paraliza. Encima, desde el propio gobierno de Trump dejaron trascender que, si se concreta el cierre, podrían aprovechar para hacer despidos masivos en el Estado.
En una carta interna, la Oficina de Administración y Presupuesto avisó a las agencias que consideren “reducir personal” en este contexto. Una señal clara de que no todos en Washington están tan apurados por evitar el apagón.
El lunes a la noche hubo una reunión de apuro entre Donald Trump y los jefes demócratas del Congreso, pero no sirvió de mucho. Las tensiones escalaron y nadie cedió. “Nos dirigimos a un cierre porque los demócratas no quieren hacer lo correcto”, dijo el vicepresidente JD Vance ante los periodistas.
Del otro lado, el senador Chuck Schumer respondió que todavía hay “diferencias muy grandes” entre su partido y la Casa Blanca.
El oficialismo culpa a la oposición por trabar el debate, y los demócratas retrucan que una extensión temporaria no alcanza y deja a millones de personas colgadas sin cobertura.
Entre tanto, dentro del trumpismo hay quienes ven una oportunidad: varios republicanos creen que un cierre prolongado serviría para aplicar la “motosierra” y cerrar de forma definitiva las áreas del Estado catalogadas como “no esenciales”. Lo presentan como una forma de hacer más eficiente el gasto público, pero en el fondo responde al plan de recortes impulsado por el Departamento de Eficiencia Gubernamental, que lidera Elon Musk.
Los demócratas también están bajo presión: su base les exige plantarse ante los embates republicanos. Ya se habían comido críticas en marzo por haber firmado un acuerdo provisorio de seis meses, y ahora muchos dentro del partido consideran que ceder otra vez sería un error político.
Esta vez el contexto es distinto, pero los riesgos son los mismos: un gobierno paralizado, empleados sin sueldo y una ciudadanía cada vez más impaciente. Y para Trump, que viene flojo en las encuestas, sumar enojo social puede ser un costo político que no conviene pagar.