Trump va contra los gigantes bancarios de Wall Street que le cerraron cuentas en el pasado
El presidente acusa a JPMorgan y Bank of America de haberle rechazado cuentas por cuestiones ideológicas y busca que la Casa Blanca castigue a las entidades que, según él, marginan a conservadores.
Por Eric Nesich
Periodista especializado en Economía y Finanzas
Donald Trump volvió a la carga, y esta vez el blanco son los bancos más grandes de Estados Unidos. Según trascendió en las últimas horas, la Casa Blanca se prepara para lanzar una orden ejecutiva que obligaría a los reguladores a investigar posibles casos de “desbancarización por razones políticas”. El borrador, habilitaría incluso multas o sanciones para las entidades que, a juicio de la administración, hayan dejado caer cuentas por afinidad ideológica.
La mecha la encendió el propio Trump en una entrevista con CNBC, donde afirmó que JPMorgan y Bank of America le cerraron cuentas personales millonarias tras su primer mandato. Según su versión, lo discriminaron “totalmente” y lo obligaron a repartir sus fondos entre bancos chicos: “Tenía cuentas cargadas de efectivo y me dijeron: ‘Lo sentimos, tiene 20 días para irse’”, denunció.
Ni JPMorgan ni BofA respondieron de forma directa a las acusaciones, aunque ambos dejaron en claro que no cierran cuentas por motivos políticos. Desde JPMorgan incluso saludaron la iniciativa de “cambio regulatorio” de la Casa Blanca, abriendo la puerta a colaborar en ese frente.
Negocios, revancha y una pulseada política
En el trasfondo del conflicto hay algo más que cuentas bancarias. El imperio económico de Trump sigue siendo suyo, aunque esté en un fideicomiso, y las decisiones financieras que lo rodean se mezclan con sus aspiraciones políticas. Para los críticos, esto plantea conflictos de interés evidentes. Para los cercanos al expresidente, en cambio, es un intento de “limpiar el camino” para él y para otros conservadores supuestamente marginados.
Desde el sector financiero, analistas admiten que la presión reputacional existió, pero sostienen que las decisiones sobre abrir o cerrar cuentas deben basarse en criterios bancarios, no políticos. Lo que esta nueva orden buscaría es impedir que los bancos se escuden en regulaciones para negarle servicios a alguien.
Por ahora, los prestamistas están en modo cautela, mientras barajan cómo cumplir con una posible orden. También esperan que el gobierno avance en cambios a las leyes contra el lavado de dinero, que consideran obsoletas y muy duras para operar con ciertos clientes.
El banco no olvida... y Trump tampoco
Más allá del tecnicismo legal, esto vuelve a poner a Trump en el centro de la escena con un discurso de víctima del sistema. En enero ya había criticado duramente a los CEOs de JPMorgan y BofA por negar servicios a conservadores, y ahora redobla la apuesta desde la Casa Blanca.
Ahora Trump parece decidido a usar el aparato del Estado para ajustar cuentas pendientes, reales o simbólicas. Y si los bancos creían que podían mantenerse al margen, el mensaje fue claro: la batalla política también se libra en las cajas de ahorro