Celulosa Argentina enfrenta nuevo pedido de quiebra y denuncia por venta sospechosa de acciones
La papelera con más de un siglo de historia atraviesa una crisis financiera, con plantas paralizadas, pérdidas millonarias y acusaciones contra sus directivos por movimientos irregulares en la venta de acciones.
Celulosa Argentina, empresa con más de 100 años en la industria papelera, continúa enfrentando una crisis que la llevó a detener sus operaciones y acumular pérdidas millonarias. En las últimas horas, la compañía informó a la Comisión Nacional de Valores (CNV) que recibió un nuevo pedido de quiebra, esta vez impulsado por BBunker S.A., proveedor brasileño clave de insumos para el negocio de papel y celulosa.
El trámite judicial fue iniciado en el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de la 1ª Nominación de San Lorenzo, Santa Fe, donde también está radicado el concurso preventivo presentado por Celulosa el 5 de septiembre. La empresa señaló que la notificación no incluye copia de la demanda ni indica un monto reclamado, y aclaró que la presentación de BBunker se realizó antes de formalizar el concurso, por lo que defenderá su posición dentro de ese proceso.
El directorio de la compañía había decidido presentarse en concurso preventivo el 29 de agosto, informándolo como hecho relevante el 1 de septiembre. El juzgado concedió el plazo de diez días para la presentación de acreedores según la Ley 24.522, aunque aún no se definió la apertura formal del proceso.
En paralelo, Celulosa prorrogó su Programa Global de Obligaciones Negociables, con vencimiento en abril de 2026, para mantener un instrumento financiero disponible en caso de requerir una futura reestructuración de pasivos. No obstante, descartó planes inmediatos para emitir nuevas obligaciones durante el concurso.
En medio de esta situación, surgió una denuncia pública por posibles irregularidades financieras. Juan Nápoli, presidente de VALO y Napoli Inversiones, solicitó a la CNV una investigación exhaustiva sobre una venta de acciones realizada por directivos de Celulosa que consideró sospechosa. Aunque no brindó detalles, adelantó que podría aportar más información sobre esta operatoria en el futuro, señalando que estos movimientos ocurren en un contexto de derrumbe operativo y financiero que aumenta la presión sobre los ejecutivos y genera incertidumbre.
En mayo la empresa cayó en default al no poder cumplir con vencimientos de cheques y obligaciones negociables. En junio propuso reestructurar una deuda de USD 128 millones, con postergación de pagos de capital y reducción de intereses, pero la propuesta no logró la adhesión necesaria. Posteriormente, uno de sus acreedores, Tecmaco Integral, presentó un pedido de quiebra en la justicia santafesina.
El balance al 31 de mayo reflejó pérdidas por $172.634 millones, ingresos que cayeron un 44%, y un EBITDA negativo de $20.146 millones. Además, el patrimonio neto negativo de $23.774 millones colocó a la empresa en situación de quiebra técnica conforme a la Ley de Sociedades.
En el último semestre, las ventas se desplomaron un 52%, mientras que las exportaciones crecieron más del 100% pero con márgenes deteriorados. La firma reconoció que los costos dolarizados aumentaron y no pudieron trasladarse a precios debido a la demanda y la presión de las importaciones, lo que llevó a que la rentabilidad bruta y operativa pasaran de positiva a negativa en un año.
La falta de capital de trabajo obligó a suspender la producción en las plantas de Capitán Bermúdez y Zárate desde julio, y la subsidiaria Forestadora Tapebicuá en Corrientes también suspendió operaciones indefinidamente, afectando a más de 500 empleados y generando la necesidad de subsidios de emergencia por parte del gobierno provincial. El directorio reconoció que la continuidad de Celulosa depende de atraer nuevos socios o inversores que inyecten capital fresco para recomponer el capital de trabajo. Hasta ahora, los aportes del accionista mayoritario, que suman unos USD 7,6 millones, resultaron insuficientes frente al deterioro financiero.
Con la planta productiva paralizada, un default sin resolver, dos pedidos de quiebra en la justicia y denuncias por movimientos sospechosos de acciones, desde el sector aseguran que Celulosa Argentina atraviesa uno de sus momentos más críticos. El concurso preventivo se presenta como la alternativa para evitar un colapso inmediato.