Este cedear farmacéutico despedirá al 10% de su personal y busca surgir luego del desplome de sus acciones

La biotecnológica reducirá un 10% su plantilla global y cerrará 2025 con menos de 5.000 empleados. El derrumbe de la demanda por COVID obligó a redoblar el ajuste mientras se juega a fondo por la vacuna combinada.

Por Eric Nesich

Periodista especializado en Economía y Finanzas

Hace 21 horas

Moderna, la famosa biotecnológica que se hizo conocida en todo el mundo por su vacuna contra el COVID-19, anunció un nuevo recorte importante: despedirá al 10% de su plantilla global para fines de este año, lo que dejará a la empresa con menos de 5.000 empleados. Así lo confirmó su CEO, Stephane Bancel, en un memo interno enviado a los trabajadores este jueves. ¿La razón? Una fuerte caída en las ventas de vacunas, costos operativos que siguen pesando y la necesidad de reordenar las cuentas pensando en el mediano plazo.

 

El recorte forma parte de un plan más grande que apunta a bajar gastos por unos 1.500 millones de dólares para 2027. Según detalló Bancel, ya se logró achicar bastante en áreas clave como investigación y desarrollo, ahora que están cerrando varios ensayos clínicos respiratorios. También renegociaron contratos con proveedores y redujeron el costo de fabricación. Todo suma para ajustar el cinturón y tratar de sostener la viabilidad de una empresa que, tras el boom del COVID, quedó sobredimensionada frente a una demanda que ya no es la misma.

 

La compañía, con sede en Cambridge, Massachusetts, había proyectado gastos operativos anuales de entre 4.700 y 5.000 millones de dólares de acá a 2027. Para bancarlos, viene apostando a nuevas vacunas basadas en ARN mensajero, entre ellas una muy promocionada que combinaría la protección contra COVID y gripe en una sola inyección. Pero las cosas no vienen fáciles: la vacuna aún está en fase experimental y, según adelantaron en mayo, no conseguirán la aprobación regulatoria hasta por lo menos 2026.

 

Las acciones de Moderna cayeron más de un 20% en lo que va del año, arrastradas no solo por la baja aceptación de su vacuna contra el virus respiratorio sincitial (VRS), sino también por el contexto político. La llegada del nuevo secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., conocido por su postura escéptica frente a las vacunas, sumó incertidumbre al futuro del negocio.

La acción de Moderna viene en picada desde hace rato: perdió más del 90% de su valor desde los máximos alcanzados durante la pandemia, cuando era una de las estrellas del Nasdaq. Este jueves volvió a caer, con una baja del 4% mientras se digería el anuncio del ajuste. El mercado ya no le da el mismo crédito a la firma que supo liderar la carrera contra el COVID, y hoy lucha por reinventarse antes de que sea tarde.

 

Aun así, desde la empresa no bajan los brazos. Bancel reafirmó el objetivo de obtener al menos ocho nuevas aprobaciones regulatorias en los próximos tres años. La estrategia de fondo es clara: reducir estructura, cuidar caja y enfocar todos los recursos en la próxima generación de vacunas. Pero mientras tanto, el clima interno no es el mejor, y la presión por resultados crece.

 

Este nuevo recorte también expone un problema que atraviesa a toda la industria farmacéutica post-COVID: muchas compañías ampliaron su personal y capacidades productivas durante la pandemia, pero ahora enfrentan un escenario de contracción y cambios regulatorios. En ese contexto, Moderna intenta evitar quedar atrapada entre promesas que tardan en llegar y un mercado que exige certezas.

 

La gran pregunta es si alcanzará con ajustar el gasto y esperar por las aprobaciones. El tiempo corre, y en una industria donde la innovación es clave, cada trimestre sin nuevos productos aprobados se siente como un año. Moderna, que supo ser sinónimo de avance científico, hoy busca no convertirse en otro caso de estrella fugaz

 

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